Navidad

No hay una explicación sobre el tema. Pero la Navidad, el nacimiento de Jesús, es asunto que el mundo católico festeja el 24 de diciembre, o sea la víspera del 25 que es la fecha oficial del nacimiento del Hijo de Dios, según El Vaticano.

 

Esta celebración, antes de recogimiento familiar, con el paso de los años, ha ido convirtiéndose en una oportunidad para ganar dinero. Se ha hecho del recuerdo del nacimiento del redentor del mundo una inescrupulosa feria de regalos, en alusión a los que fueron a darle los Reyes Magos al recién nacido en el pesebre de Belén.

 

La Navidad  no es más que un gran negociado, lejos de ser un motivo de reflexión cual fue un regalo de Dios para la salvación de la humanidad.

 

Esta vez, una vez más, asistimos a glorificar a un personaje que poco o nada significa en el contexto de tan sagrada celebración. Ese personaje es el llamado Papá Noel, Santa Claus, San Nicolás, etc., quien ha tomado el sitial de Jesús, dejando al Rey del Universo, esté ubicado al pie de un arbolito de pino adornado con luces multicolores.

 

¿Será posible que le demos a la Navidad su exacta dimensión, su maravillosa excelsitud, como un acto sublime de fe? Bien difícil, más aún viviendo en estos tiempos de violencia y de venganzas, como los que vivió Jesús en su tiempo, lo que quiere decir que el mundo no ha cambiado.

 

Si en aquella oportunidad, cuando una estrella guió a tres hombres a adorar al Hijo de Dios, esperemos, cada uno de nosotros, una voz interna que ordene a nuestros corazones, predicar la paz y el amor entre los hombres de buena voluntad. Feliz Navidad, amigos lectores. Que así sea.