¿En qué manos están nuestros hijos?

La actitud tomada por padres de familia y autoridades de las comunidades de la provincia de Requena, de denunciar inconducta funcional, inasistencia laboral, falsificación de documentos y adulteración de cuaderno de control.

Por si fuera poco, además abandono de cargo, apropiación ilícita y violación sexual, por parte de un total de 81 docentes y trabajadores administrativos, refleja el haber tomado conciencia del peligro que ciertas personas significan en el Magisterio.

Es atroz, por decir lo menos, que sean maestros los autores de semejantes cosas, inconcebibles en el desempeño de las funciones de los maestros de antes, que para desgracia nuestra, ya no existen. Y si volverían a la vida, estamos seguros que se sentirían escandalizados y avergonzados de sus colegas de hoy. No de todos felizmente.

Cuándo se ha visto que un maestro o maestra fuera capaz de no asistir a su trabajo ¿? De falsificar documentos para aprovecharse de algo, de abandonar su cargo, de apropiarse ilícitamente de bienes de la escuela y en el colmo de un pésimo comportamiento. Que un docente sea acusado de violar a sus alumnas. ¡Jamás!

El maestro de antes era un ejemplo de comportamiento, de honor, de dignidad, de respeto sobre todo, era la persona que nos encaminaba en el saber, era el guía sereno del niño y la niña que se preparaba para la vida.

Era la prolongación del padre o de la madre que nos cuidaba en la escuela o en el colegio, avisándonos de los peligros de la calle y de las malas juntas.

Los trabajadores administrativos eran modelos de honestidad porque en ellos estaba el manejo del dinero, de documentos importantes del quehacer escolar, ellos hacían los certificados de estudios y rubricaban su responsabilidad con su firma, actuando cuales notarios, dando fe del aprovechamiento y conducta de los alumnos.

Así como era el maestro de antes, los padres de familia también tenían su propia actuación. Si hoy denuncian tamañas atrocidades de maestros que se equivocaron de vocación y profesión, ayer eran quienes delegaban todos sus poderes al maestro, poniendo a sus hijos en sus manos, autorizándoles a corregir sus faltas severamente, por lo que quedaban desde ya agradecidos.

La Unidad Educativa de Requena tiene ahora la responsabilidad de tomar las acciones respectivas para corregir de forma inmediata estas inconductas cometidas por personas que nunca han debido elegir el Magisterio como su fuente de trabajo. Ser maestro significa nobleza y entrega a construir en cada niño o niña, en cada joven y en cada señorita, el futuro de la Patria.