EDITORIAL

Psicosis colectiva

Lo sucedido el sábado próximo pasado, a pocas horas de la celebración de la Nochebuena, la población iquiteña sufrió lo que se conoce como psicosis colectiva, lo que en palabras sencillas viene a ser el estado mental en que el sujeto pierde contacto con la realidad.

A decir de los conocedores del tema, la balacera registrada durante el frustrado asalto a la avícola de los hermanos Monasí Cheglio, donde una bala perdida cobró la vida de una inocente mujer, mientras vendía piñas en su puesto de la tercera cuadra de la calle Abtao, ha quedado en la memoria colectiva como un aviso a estar prestos a ponerse a buen recaudo.

Desde ese instante la gente, en Iquitos, vive a la defensiva. Muchos quienes nunca escucharon el sonido del disparo de un arma de fuego, creen oírlo en el detonar de un pequeño artefacto pirotécnico y en ese momento se le viene el recuerdo de la bala perdida que podría segarle la vida y corre, grita, se desespera y busca refugio.

Cualquier acción, por mínima que sea, que altere el orden público, o que perturbe la tranquilidad bastará para que el desorden se haga presente, con el consiguiente peligro que conlleva, ya que al querer ponerse a salvo de un ataque, un grupo de gente pasará por encima de otro, pisoteándolas.

Si esto situamos, como fue, en las inmediaciones de un lugar totalmente tugurizado como la llamada feria navideña, tendremos como resultado lo que vivimos la tarde y parte de la noche del sábado 24.

Fue una total distorsión de la realidad que influyó, como nunca antes se vio, en personas que aseguraban haberse tendido en el suelo para evitar las balas. Por lo demás, a Dios gracias, todo no pasó de eso, de una falsedad total que movió a medios y puso a la policía hasta en los techos de las casas. Esto último, como entrenamiento, estuvo bien.