Rechazo a las invasiones

Cuando el 16 de noviembre de 1,971, se descubre petróleo en la selva peruana, es cuando se inicia una cadena de acontecimientos que han marcado la hasta entonces tranquilidad de una ciudad que se mantenía con la formalidad y hospitalidad de siempre. Iquitos cambió de cara.
La necesidad de personal para trabajar en los pozos petroleros, hizo que los pobladores de los pueblos ribereños, dejaran sus chacras y vinieran a la ciudad para enrolarse en las filas de Petroperú o de la Occidental Petroleum Co.
El problema fue dónde encontrar un techo para vivir. El quemante problema social, avivó el compromiso de la gente de izquierda de mantenerse identificados con el pueblo. Conocedores de que grandes extensiones de terreno estaban en manos de personas que por amistad o porque habían realizado trámites fraudulentos para que las autoridades de agricultura (Tierras de Montaña)  otorgaran en posesión esos lotes de tierra,  que nunca habían sido utilizadas en la siembra de algo productivo; los líderes populares de ese entonces encabezaron históricas invasiones donde la gente venida de la ribera tenía la oportunidad de levantar una choza y poco a poco ir haciendo su vivienda. La necesidad de facilitar a esa gente un pedazo de tierra, dio lugar a enfrentamientos con la fuerza pública que rechazaba la presencia de los invasores a punta de palo, bombas lacrimógenas, balas y, en algunos casos, hasta prisiones. Pero el pueblo se mantenía unido por la necesidad.
Esos tiempos idos, registran la presencia de connotados luchadores sociales, dignos de recordarles porque su lucha fue limpia y justa, y es ahí donde nacen los grandes pueblos jóvenes con los que creció Iquitos, a diferencia de esos grupos de delincuentes que azuzan a la gente para ir a invadir un predio privado o público, para luego obligarles al pago de cupos como se ha visto en la última gran invasión a los terrenos del INIA.
Hoy, quienes poseen terrenos, los tienen con todas las de la ley, debidamente registrados, los que no se pueden tocar.
Pero siempre por ahí andará rondando un delincuente urdiendo un plan para adjudicarse lo ajeno. A ese hay que perseguir y ponerle tras las rejas porque es un peligro para la sociedad. Recientemente se han estado registrando invasiones de terrenos en la carretera Iquitos – Nauta, otro al costado de los terrenos de la Escuela de Sub oficiales de la PNP, con saqueo y amenazas a los legítimos propietarios, lo que es inaceptable y repudiable.
Hoy ya no es la necesidad social, sino el tráfico del uso de la pobreza para levantarse un dinero. Eso es mezquino y por tanto necesita una sanción, un castigo.