El tema de la criminalidad en el país se ha incrementado de forma alarmante, casi en todas las regiones, donde el tema del sicariato se presenta a diario, así como los asaltos a mano armada en pleno día y en cualquier lugar sin necesidad que esté en el mapa de zona roja de la policía.
La ciudadanía seguro que piensa que “una muerte más…sí importa”, más aún para los familiares y amigos que conocen a la víctima, y es que sin conocerlo nos llega al sentimiento, es que hemos llegado al nivel de alta criminalidad donde la vida no está siendo valorada conforme al derecho legal y divino.
Si hay una diferencia, existen las instancias policiales, fiscales y judiciales, para resolverlo de acuerdo a las leyes y sus reglamentos, pero claro, estamos también frente a una grave crisis en esas instancias del Estado, respecto a su desempeño, por lo que urge una reforma.
La criminalidad ha avanzado por la debilidad que tenemos en los poderes del Estado y las entidades que deben regular las normativas y actuar rápido cuando este tipo de amenazas ha ganado mucho terreno. Es casi lo mismo que pasó con el terrorismo de los 80, se le dejó avanzar sin prevenir que podría causar mucho daño a nuestra sociedad peruana.
En ese sentido, se está manejando el término de “terrorismo urbano” a lo que viene sucediendo actualmente en las ciudades del país, donde Iquitos ni otras ciudades de Loreto son ajenas en diferentes proporciones y modalidades, a la acción de la delincuencia ya no común, sino criminal, donde tiene una participación evidente extranjeros venezolanos y colombianos, principalmente.
Desde el gobierno central se tiene que actuar, qué estamos esperando, los actos delincuenciales acechan a matar sin importarles la presencia de niños, de indefensos ancianos, o de madres que llevan a sus hijos al colegio. Las medidas a tomar tienen que ser articuladas entre las instancias directamente involucradas en frenar los atentados contra la población civil.
Incremento alarmante
