Enseñanzas del Carnaval

Por :  Augusto «Tito» Rodríguez Linares
Periodista-Locutor-Escritor

 

Se fue el Carnaval del 2016, dejando una serie de enseñanzas  que, esperamos, sean tomadas en cuenta para las futuras celebraciones, porque la intención de nuestras autoridades es poner en marcha numerosos proyectos relacionados con esta fiesta, cuya finalidad es no sólo motivar a los pobladores para encontrar espacios de diversión, sino también incrementar el flujo turístico  hacia nuestra localidad y zonas atractivas de la región, mejorando de esta manera el movimiento económico de las empresas y  pobladores que se dedican a esta actividad.

Una de esas lecciones es la de trabajar unidas dejando por un lado ambiciones personales que a su vez originan enfrentamientos institucionales, cuando cada municipalidad   prepara su programa intentando superar a las demás por la masiva concurrencia de público a sus actividades.

Las cuatro municipalidades  deberían reunirse con el Gobierno Regional, Club de Leones, Rotarios,  representantes de la Fuerza Armada, clubes deportivos, colegios profesionales, IPD, direcciones regionales, universidades, empresas petroleras y de turismo, etc. con gran anticipación desde setiembre del año anterior, para diseñar un programa y discutir sobre el presupuesto a utilizarse y además recibir sugerencias de personas interesadas en mejorar la organización del siguiente festejo, con el propósito de convertirlo en un gran polo de atracción que ya lograron otras ciudades sin tener tantos recursos naturales como nosotros. Cuando cada entidad anuncia por separado su rol de actividades, no deja de avisar que  el año venidero será mejor porque habrá una comisión que se encargará con mucha anticipación de prepararlo todo.  Al final, solo el concurso de húmishas  hecho a la paporreta y carros alegóricos jalados de los cabellos, sin ninguna atracción para nadie, menos para turistas.

Sin ideas e innovaciones en los festejos seguiremos ignorados por el Perú y el mundo y no habrá turismo que se fomente hacia esta zona, mientras  que otras localidades selváticas se prestigian mucho más, sin poseer la gran riqueza en flora, fauna y mitología urbana, rural e indígena, que siempre nos ha distinguido. Lo que a simple vista no tenemos son autoridades o funcionarios que conozcan siquiera un poco de todo esto, para invertir e impulsar programas innovadores que  motiven el interés de los turistas.

Es propicia esta oportunidad para criticar el mal trato que se le viene dando a la famosa palmera que da origen a la «húmisha» porque en los pasados días a este árbol señorial, hermoso, legendario, etc. se le dio el papel de escoba al ser trasladado hacia donde sería plantado, atado el tronco a un motocarro, se dejaba las hermosas hojas colgadas que al tocar el suelo y las pistas  eran arrastradas como escobas barriendo las vías, ahorrándole el trabajo a los servidores de limpieza de las municipalidades.

De arriba hacia abajo todas las autoridades hablan del respeto a la madre selva y contra la deforestación; sin embargo, a una bella palmera que está siendo sacrificada para ser la atracción  de una fiesta singular, se la arrastra burlonamente por calles y plazas. Si bien es cierto se acepta a la palmera para adornar la fiesta, como parte de una tradición ancestral, pero su corte en el monte y su traslado hasta el lugar en que será sacrificada por última vez, deben estar rodeados del mayor respeto y veneración, como ocurría antes, porque los pandilleros la traían en hombros y danzaban alegres tonadas mientras sus hojas eran profusamente adornadas para que sirva durante tres días como objeto de admiración, alegría y respeto ¿Podrá alguna autoridad intervenir para evitar este trato brutal al mayor símbolo de la alegre fiesta  del Carnaval…?