Ahora a cumplir promesas.

Casi culminado ya el proceso electoral que virtualmente nos ha dado  un presidente electo por votación popular, el país entra a la etapa  quizás más crucial de lo que será el panorama político nacional, en su segmento de cumplimiento de promesas electorales, las mismas que, nadie duda, serán la exigencia máxima del electorado al candidato elegido.

 

Como es previsible, la población en su mayoría, la que cambió su pensamiento a la hora de elegir, otorgando su confianza a quien nadie le creía el viraje brusco que dio a su plan de gobierno primario, será la que exija el cumplimiento casi inmediato de las promesas más sensibles como la famosa «pensión 65»; que consiste en otorgar una pensión de 250 soles a ciudadanos que no gozando una pensión estatal ni de servicios de salud permanente, viven en condiciones infrahumanas.

 

Dicha promesa es una de las más controvertidas, debido a que por su naturaleza, su vigencia, en primer lugar, recién podría ser posible en el próximo pliego presupuestal, dependiendo su puesta en vigencia una vez ubicada la fuente de financiamiento que sostendrá tal propuesta.

 

A tal promesa se suma la de desarrollar una campaña sin cuartel a la corrupción, a la que él llama «gobierno de timadores»; el mismo que está sumamente enraizado en la estructura estatal y por lo tanto estimamos que será un hueso duro de roer, debido a que goza de protección en las altas esferas del gobierno desde que se creó la burocracia estatal. Sino preguntemos, porque hasta ahora no se esclarece la desaparición de 27 mil millones de soles del presupuesto nacional, sin que nadie dé razón o explique dónde se perdió tal cantidad.

 

Sin duda el candidato triunfador prometió lo que nunca antes gobernante alguno prometió, de allí que se presume que deberá bregar duro para demostrar que sus promesas fueron sinceras y no obedecieron a un libreto  pre establecido, para lograr el favor ciudadano en cuanto a votos se refiere, y además está en la obligación de cumplir para distanciarse de todos sus antecesores, que nunca cumplieron con lo que prometieron ni con los lineamientos ubicados sus planes de gobierno.

 

Hay que advertir que así como estas promesas que mostramos, hay muchas más,  cada una con sus respectivos óbices, que pesarán  sustancialmente a la hora de procurar cumplirlas, por lo que estimamos que ya está presentándose la posible  primera fisura en la relación gobernante – pueblo. Cosa que deseamos no se materialice,  pues el país ya quiere creer en sus gobernantes y ellos están en la obligación de cumplir.