Belén turístico

Hace varias décadas atrás que la zona baja de Belén representa un atractivo turístico nacional e internacional, pero lamentablemente los intentos por convertirlo en un verdadero espacio para la industria sin chimeneas, han quedado solo en eso: intentos.
Cada vez se iba tugurizando más y más, que ni los voraces incendios de los años 60 y otros han sido razón suficiente para emprender un verdadero plan de reorganización y embellecimiento de la zona con salubridad y seguridad.
Al llegar la pandemia por el Covid-19, por obvias razones se silenció la parte alta, que es en realidad la que representaba la mayor tugurización e incluso funcionaba como una barrera para conducirse hacia la zona baja, donde está lo más llamativo turísticamente.
Si bien Belén zona baja era y es muy famosa para los visitantes sobre todo en la época de creciente del río, donde las casas típicas amazónicas quedan rebalsando en las aguas o al borde de ellas; no podemos taparnos los ojos y ver el lado triste de la extrema pobreza, la insalubridad, la prostitución, los antros de alcoholismo y drogas, la niñez expuesta, y en sí una población que requiere las herramientas para surgir en su rubro y acabar con los males sociales que la ahogan.
Belén podría ser una muestra del turismo comunitario en la periferia de una ciudad, solucionando todos esos males sociales que referimos e impulsando y capacitando a la población para dar un giro y aprovechar ese rubro que se desperdicia y se vuelva de calidad generando ingresos a sus habitantes.
Esto solo se puede lograr con un plan integral desde la zona alta de Belén liberada de comercios mal ubicados que invaden calles también históricas, que podría representar una previa de city tour, antes de bajar a Belén de Loreto y del Perú, única en el mundo. Y nada de comparación con Venecia que es otra realidad.
Que podría ser un modelo de pueblo con diseño y material amazónico, combinado con materiales de la industria de la construcción actual, contando además con un sistema de desagüe pensado desde esa realidad dual cuando está sobre tierra y cuando está sobre el agua del río Itaya.
Por eso ahora liberar Belén del comercio desordenado e insalubre es un reto no solo de la autoridad edil de la jurisdicción, sino una responsabilidad de la provincia y la región, sumarse a este esfuerzo y hacer de Belén el lugar que nos haga sentir orgullosos por su gente, por su estilo y por su éxito.