¿Pacto viciado?

Cada vez que hay una contienda electoral se plantea la firma del llamado Pacto Ético Electoral promovido por el Jurado Nacional de Elecciones, pero francamente suena un poco a burla la actitud de los candidatos y candidatas que ponen su rúbrica y no cumplen con los acuerdos, por lo que queda viciado.
Este Pacto inició sus firmas ayer en Lima y se debe replicar en todas las regiones incluyendo, por supuesto a Loreto. Fueron 17 organizaciones políticas que la firmaron y las mismas que nos hacen la trampa en cada contienda. Esto ya suena a cándido, a que nos toman de inocentes.
Uno de los compromisos asumidos por los partidos al suscribir el Pacto Ético Electoral es: Practicar los valores y principios democráticos y constitucionales durante la campaña electoral, de arranque nos muestra algo ambiguo.
También invocan, visibilizar durante la campaña electoral una agenda pública de lucha contra la corrupción de acuerdo a sus planes de gobierno. ¿Lucha contra la corrupción?, si desde las elecciones internas en varias organizaciones políticas se “huele” a corrupción.
Hay un punto en el Pacto que se ajusta a la coyuntura de la pandemia y dice: Priorizar en las campañas electorales el uso de plataformas virtuales, herramientas digitales y mecanismos alternos no presenciales, cumpliendo y respetando estrictamente los protocolos sanitarios establecidos para la prevención del Covid-19.
El Pacto también indican que deben brindar información adicional de los procesos judiciales en trámite por delitos dolosos, incumplimiento de obligaciones familiares y alimentarias, contractuales, laborales o por incurrir en violencia familiar, de los candidatos. La experiencia pasada nos dice que no cumplen.
Ante esta realidad nos preguntamos de qué pasaría si se elabora un proyecto de ley para penalizar las mentiras a las que nos tienen sometidas las “futuras autoridades”. Qué complejo no, porque los que están actualmente en el Congreso no les interesaría elaborarlo ni menos aprobar una iniciativa de este tipo que podría surgir de la ciudadanía.
Estamos en un círculo vicioso y es momento que la ciudadanía organizada agote los mecanismos democráticos para tratar que este sistema corrupto establecido, no siga perjudicando al país con cada una de sus regiones. La esperanza es lo último que se pierde.