Más vale prevenir…

Desde hace mucho y más aún desde que comenzaron a tener estructura propia los PP.JJ, y los AA.HH.; la población infantil de la provincia creció a ritmo inusitado, dejando ver enjambres de  niños y niñas en su transcurrir hacia sus centros educativos y otros  destinos propios de su relación con diferentes estratos sociales.

Sin embargo, dentro de tal tráfago humano viene pasando desapercibido un acto que  tiene como principales protagonistas a jóvenes estudiantes muchos de ellos niños de ambos sexos, que violan la  responsabilidad depositada en ellos por sus mayores, al evadir su asistencia a las clases diarias en su centros educativos, prefiriendo realizar recreativos paseos por el río, utilizando para el hecho el alquiler de pequeñas canoas que maniobradas por remeros improvisados cruzan de un lado a otro ya sea un río o  un lago con la consiguiente algarabía de los menores que faltaron a su colegio por dicha distracción, sin medir las consecuencias de sus actos.

Hasta aquí parecerá que dicha acción no tiene nada que revista peligro, sin embargo, midiendo con detenimiento la dimensión del acto podemos definir cuán peligrosa resultaría tal diversión si la embarcación (canoa o llevo llevo) zozobra con su juvenil pasaje, donde también hay niños de corta edad.

Inimaginable sin duda tal episodio, sin embargo factible, sino se adoptan medidas adecuadas para evitarlo. ¿Cómo hacerlo?, pues nos permitimos sugerir que la Capitanía de Puerto y la dirección de Educación, pero más que nadie los profesores de todos los  centros  educativos emprendan una campaña de prevención bajo diferentes modalidades, a saber, la Capitanía de Puerto emitiendo una ordenanza  donde se consignen sanciones contra quienes practiquen dicha recreación. La DREL conminando a los directores de los centros educativos a  que ilustren a los maestros sobre la eventualidad de una tragedia y que estos a su vez  ilustren a sus alumnos con academias adecuadas,  el riesgo que significa faltar al colegio para practicar una distracción peligrosa como es pasear en naves frágiles o bañarse en parajes cuya profundidad es un peligro si el bañista no sabe nadar. No  queremos pecar de agoreros, pero más vale prevenir que lamentar.