La formación intercultural para el desarrollo integral de la primera infancia

Por: Moisés Rengifo Vásquez

En la reunión del 30 de Abril con la asistencia del gobernador regional de Loreto Fernando Meléndez, del coordinador regional del Grupo Impulsor de «Inversión por la Infancia» padre Jorge Gastón, de la directora general de  la DIGEIBIRA del MINEDU Elena Burga, del director regional de Educación Javier Yglesias Sánchez, del presidente de AIDESEP y otras autoridades y representantes de los sectores e instituciones públicas, al informar sobre las acciones que se están realizando en bien de la primera infancia indígena, destacaron mayormente que esta población viene siendo afectada por la desnutrición y consecuentemente por la anemia, que es necesario unir esfuerzos para reducir esta situación crítica de la niñez indígena que habita en los lugares alejados donde las veces que los programas sociales les atienden con productos comestibles no perecibles, estos no responden a la cultura alimenticia de esta población acostumbrada a la comida fresca procedente de su mercado que es la chacra, el bosque, el río o el lago, que lo consiguen poniendo en práctica sus habilidades y destrezas mediante las actividades lúdicas los niños y como acciones laborales los adultos, que todavía lo hacen. Pero es cada vez más preocupante porque los recursos naturales se van exterminando progresivamente por la extracción indiscriminada, originando consecuentemente la contaminación ambiental que afecta la salud mayormente de la población infantil indígena.
¿Qué hacer entonces? Hay muchas cosas que hacer, existen buenas intenciones, tenemos asimismo los conocimientos de la formación y del desarrollo humano. Pero es necesario la investigación y la experiencia de la realidad preferentemente de la población desfavorecida que es la infancia indígena no solo desde el nacimiento, sino desde la pre concepción para  garantizar que el nuevo ser a partir de la célula básica o célula madre, reúna las condiciones de vida saludable. No podría ser así, si es que las relaciones de pareja se han realizado o se realizan solamente por instinto emocional o físico, sin las previsiones ni las consideraciones de los factores que influyen en el significativo acto de la concepción del nuevo ser, poniendo en riesgo su salud física, intelectual y socioemocional. Por consiguiente, si la educación inicial empieza de los 3 a 5 años de edad, así sea de 0 a 3 años, ya es difícil y aun imposible superar las deformaciones de los niños y niñas.
Nuestra propuesta de la formación intercultural para el desarrollo integral y el cuidado de la infancia indígena de la Amazonía lo presento en forma sintética con el testimonio comprobado con la experiencia y mediante la investigación realizada que es el siguiente:
Don Manuel Ramírez con su mujer doña Teolinda Silvano vivían en la quebrada de Amaquiria, margen izquierda del río Ucayali juntos con los Ashánincas, a la margen derecha del mismo río la comunidad shipiba del Caco y aguas abajo muy cercana la comunidad Kukama de Sharara.  Don Manuel con doña Teolinda ya tenían la primera hija de 5 años con labio leporino y la segunda hija de 3 años con retardo mental y manos cerradas, es decir, con deformaciones desde su nacimiento.
Don Manuel muy preocupado por tener solamente hijas mujeres y con deformaciones de carácter físico y mental, quería tener hijo varón con muy buena salud y sin ninguna deformación, tal como observaba a los hijos de los indígenas asháninca, shipibo y kukama. De tanto pensar con su mujer, doña Teolinda decidió recurrir a los curacas o sabios indígenas para que les den las necesarias orientaciones. Para el efecto, don Manuel hizo varias visitas de acercamiento y de amistad con los sabios indígenas pidiéndoles sus orientaciones. Estos le dieron las indicaciones en forma progresiva en sus diversas fases que son las siguientes:
La fase de preparación de los padres: Comer el corazón y el hígado de los animales machos de fuerza como de la sachavaca, del yangunturo, del puma. Tomar el agua hervida de la raíz y de la corteza del capinurí, del huacapú, del tahuarí del uvos, del palosangre, endulzado con miel de abeja. Ocho días antes y ocho días después de la luna nueva, tomar además para la sed el agua hervida de la hoja de malva, de la raíz del huasaí, de la flor de retama, de la hoja de lancetilla. Durante este tiempo de  16 días no tomar licor ni masato fuerte, estar alegres el hombre y la mujer para tener sus relaciones de pareja, etc, etc.
Preferente atención a la madre gestante para garantizar su salud, el normal desarrollo del nuevo ser y sus buenas acciones en el futuro en relación a los principios y valores culturales y a la influencia de los seres de la naturaleza en cumplimiento de los actos preventivos referidos a sus antojadizas comidas, bebidas y otras especiales como pescado con escamas, carnes de aves, frutas silvestres, tubérculos, bebidas como masato de yuca, de pijuayo, chapo de plátano, de ungurahui, etc. Cumplir los actos prohibitivos: No mirar al pelejo, al motelo, al bufeo colorado, no cortar a la lupuna, a la catahua, cumplir los actos propiciatorios mediante la vida tranquila de la pareja acariciando el vientre de la madre y con mayor frecuencia y cariño el padre poniendo su rostro y besando el vientre de la madre, oyendo el latido del corazón del bebé en gestación para que con su calor aliente la vida de este nuevo ser. Faltando 8 a 10 días para el nacimiento, se reúnen los ancianos para examinar a la madre, hacerle los masajes y darle los remedios apropiados para la preparación al parto.
Para el nacimiento, a partir de los primeros dolores de la madre se reúnen los ancianos y le atienden con los masajes y remedios como el especial piripiri, la flor de algodón, el huevo piwi con sal, etc. para facilitar el parto.
Al niño recién nacido recibirlo en la hoja de maría que tiene especial temperatura y limpieza, cortar el ombligo con el filo del mimbre de la izana madura recién cogida, asear al niño y envolverlo con la ropa usada limpia del papá. Curar el ombligo con sangre de grado o con la ceniza de la pona. A la madre darle de tomar la sopa de panguana o de perdiz y el chapo de plátano asado con su cáscara (carantin). Inmediatamente el más anciano fuma e icara simultáneamente 4 cigarros mapachos, cada uno hasta la mitad. El pucho de los 4 cigarros lo asegura en la cima de cada uno de los 4 horcones de la casa, con el fin de proteger al niño recién nacido de los malos espíritus.
Los ancianos indígenas con el papá y la mamá del niño se reunieron para tratar sobre sus condiciones de vida futura y prepararlo con los diversos cuidados y curaciones. Los padres pidieron que su hijo recién nacido tenga las siguientes condiciones de vida futura: Tener buena salud, ser inteligente, ser trabajador, muy ágil, forzudo, valiente, cariñoso, amigable, colaborador. Le pusieron el nombre de su papá, Manuel.
Los ancianos dieron las indicaciones a los padres para  cumplir con cada una de las condiciones acordadas en base a los remedios de los vegetales, de los animales, del agua y en general del medio ambiente natural. Los padres trataron de cumplir con las indicaciones. Así por ejemplo para que sea inteligente, cada luna nueva a las 6 de la mañana le daban de tomar el ponche del primer huevo que ponía la polla mezclado con sauco, llantén y jugo de naranja e inmediatamente el baño en el agua natural del río. Para ser forzudo, la primera semana de cada mes le daban de comer los huevitos de tingotero asado en hoja de bijao, como agua de tiempo el té de la corteza de tangarana y una sola vez el último día previsto de la semana, a las seis de la mañana frente a la salida del sol, poner  en contacto los dos brazos con la pequeña anguilla de 10 cm de largo, etc, etc.
Este niño creció con buena salud y a los 6 años inició sus estudios de primaria en su comunidad rural del río Ucayali, a los 12 años concluyó estos estudios con el calificativo de 20. Por esta razón el Ministerio de Educación lo apoyó con la beca para estudiar secundaria en Huánuco, al concluir estos estudios obtuvo la primera nota de 19, por lo que fue becado al Instituto Nacional de Huancayo, habiendo egresado con su Título Pedagógico  en diciembre de 1953 y en 1954, inició su labor docente. Por su eficiente labor educativa y concurso nacional ganó la beca integral para estudios de Post Grado durante 15 meses en Venezuela auspiciado por la OEA y la UNESCO. En 1985 fue condecorado con las Palmas Magisteriales. A los 62 años sufrió un accidente de tránsito en la carretera Iquitos Santa Clara. Por su grave situación de salud en estado de coma fue evacuado al Hospital Rebagliati Lima, a los 9 días de tratamiento en cuidados intensivos, los médicos lograron salvarle la vida, declarando que el paciente Manuel se salvó de la muerte por haber tenido una buena contextura orgánica desde la gestación y el apropiado tratamiento y cuidado desde la primera infancia.