Cuando Ramón Mujica Pinilla, dijo: “La poesía de Sui-Yun transforma la realidad en metáforas y nos enseña un nuevo lenguaje”

  • Edición de Tierra Nueva de “Rosa fálica” será un homenaje a la poeta que fue “la pionera de la poesía femenina en la Amazonía”, según expresión de Percy Vílchez Vela.

El motivo poético de La Rosa es antiguo. Píndaro y sus odas olímpicas nos asegura que en tiempos primordiales el solo vio a una tierra fértil, a Rhodas, o La Rosa, que emergió de las profundidades del mar. “Fue allí” dice, “Donde Elios se unió con La Rosa y concibió siete hijos que heredaron de él mente más sabia que la de los héroes de las antigüedades”. Esta imagen de La Rosa fértil reaparece en el siglo XII de la era Cristiana. En la poesía trovadoresca, la mujer es un arquetipo, una imagen mental que el poeta lleva dentro de su corazón.
Esta imagen es la imagen ejemplar de la belleza. Su símbolo es La Rosa. Dice Marchant: “La Rosa, la flor de la belleza y de la dulzura, está en el centro de mi corazón como tu dulce imagen”. Mientras esta dama o es Rosa permanezca en el corazón del poeta, el “amor” no es algo sufrido pasivamente, sino un estado inspirado: La visión de la imagen interior moldea y determina la percepción de los sentidos. “En mi corazón”, dice otro trovador “tengo tanto amor, felicidad y dulzura que el frío es para mí una flor y la nieve verdor. Yo puedo andar desnudo, solo con mi espíritu, porque el amor cortés me protege contra el hielo hiriente”. Cuando la Iglesia Católica prohíbe esta poesía erótica, los trovadores transfieren sus cantos amorosos a la Madre de Dios.
Así, cuando se construyen las grandes catedrales góticas, con sus enormes vitrales en forma de Rosa, se decía que todos los días se repetía el milagro de la Concepción. A las 12 del mediodía el sol de la Justicia penetraba La Rosa de cristal de María, se untaba en sus colores, derramaba su luz fecunda sobre el Altar del Templo, centro del Universo. Dante en su Divina Comedia describe a la Virgen como La Rosa Mundi, o Rosa del mundo.
No sin temor, hago rodeos para hablar de la Rosa fálica de Sui-Yun. La poesía transmuta el lenguaje. Congela el significado de las palabras y abre nuevos espacios en el espacio, otros tiempos en el tiempo. El poeta escucha su voz y no la reconoce como suya. Lo mismo ocurre cuando escribe un poema de amor. El amor en su forma más pura no es un acto transitivo, sino un acto del Ser, un ser que existe antes de todo devenir humano y que es el único sujeto real en cada poeta. Por eso, desde Homero en adelante la palabra inspiración siempre ha sido empleada con un significado exacto, el que tiene en Dante, cuando dice que el amor, es decir el Espíritu Santo, le inspira y que el poeta va exponiendo el tema tal como lo dicta en su interior.
Sui-Yun es ahora La Rosa y ella se alimenta del agua que está en la luna. Dice ella:
La luna
serpiente de agua
posa
su rostro sobre mi espina.
Danza en el centro del mundo y se mancha de sangre: “He bailado sobre la espina dorsal de la tierra/y sus ojos me han teñido de sangre”
La sangre alimenta las raíces de su poesía: dice ella “Nadie puede ensangrentar mi lujuria/más que el propio verbo”
El tabú de la sangre, la mujer que menstrua regenera su humanidad. La menstruación es una infección o posesión. Sus símbolos son el mar y la serpiente: “Y cuando la serpiente yace su cabeza insípida y doliente bajo los/territorios del mar, hay una flor que sangra y sangra como el flujo de la/menstruación”.
Al parecer el sol, La Rosa se transforma. Dice ella: “Mi nombre se ha vuelto fénix/mis alas en Universo”
Durante el ocaso, La Rosa sufre. Dice ella: “Tengo los pezones abiertos de tanto mamar el ocaso”.
La unión es inminente: “¡Oh yérguete sangre infame!/hasta arrancar de raíz del sol y cuajar mucilaginosamente el rostro tierno de la luna”.
De amante pasa a ser madre. Dice ella: “A veces/sueño con la orgía de ser madre/con el crujido del viento aplaudiendo el pálido tambor del niño”.
“Suave como el viento
tierno como la bruma
te ajustas a mi vientre
como un niño de seda”.
La mujer es siempre ella misma. La conquista es solo aparente y la unión transitoria. Sui-Yun le demanda al amante: “Jinetéame/descálzame/túrbame/¡Oh vengador de pensamientos!/que de tus aguas emano/de tus aguas bebo/pecador sin sentido/hastiada del vicio y de la ironía/del saber/la conquista/es/solo un triunfo efímero”.
El nombre del amado adquiere tonos cosmológicos: “He gritado tu nombre en el desprecio de la noche ahuyentando monstruos de mi adolescencia, alzando mi falda estremecida de locura, bebiendo tu nombre imantando en astas cósmicas”.
La poesía de Sui-Yun transforma la realidad en metáforas y nos enseña un nuevo lenguaje con sus propios niveles de referencia. Se nos habla de la paradoja de una lágrima, de las cascadas de viento, del columpio de llamas, del asilo del suicidio, del traficante de venas, del canto de la lepra, de la piel de noche y se nos asegura que despiertos, soñamos.
La desesperación del vértigo, la náusea existencial, el estar vivo y ser receptáculo de las energías de la tierra obligan a la poeta a buscar su alimento en sí misma. Dice ella: “Ya sé por qué he buscado almorzarme a mí misma, mi carne rebalsa entre las palmas blancas de diáfanas palomas”.
La Eucaristía del Ser. La Rosa que se ofrece a sí misma como sacrificio. La poeta trasciende la naturaleza, porque es la naturaleza consciente de sí misma.
La poeta es una planta divina. Su pensamiento es su sangre, su imaginación, su flecha y al final solo queda el silencio. Dice ella: “Ausculta la flor del cielo/la imaginación que arquea nuestras voces en silencio estremecido”.