En Iquitos, el 23 de junio de 1911 se recibió la información que tropas colombianas se habían ubicado en el río Caquetá en el lugar denominado «La Pedrera»; para desalojarlos, el prefecto Alayza dispuso que la «América» zarpara con el batallón de infantería N. 9 al mando del teniente coronel Óscar R. Benavides que había arribado a Iquitos por la vía de Yurimaguas.
Las tropas zarparon el 28 de junio de 1911 a las 8 de la noche. Poco antes de acercase a la zona en conflicto, Benavides decidió que la América retornaría a Iquitos, pero Clavero le pidió desistir de tal proyecto, continuando al mando de su buque con el cual llegaron al Caquetá en la mañana del 10 de julio de 1911.
Ese día fue avistado el campamento colombiano, avanzando la «América» para hacer entrega al jefe del destacamento colombiano, de una nota conminatoria que portaba el subteniente Bergerie. Allí Benavides ofreció al general Gamboa una salida honorable.
Transcurrió el plazo dado por Benavides, se rompieron los fuegos. La guarnición colombiana había sido estratégicamente ubicada, de tal manera que las tropas de desocupación no podían desembarcar. Una torrentera conocida en la zona como «cashuera» impedía a la «América» remontar el río y desembarcar tropa. Clavero para entrar en acción y cuando estuvo frente al enemigo, ordenó abrir fuego.
El ataque fue suspendido a las 18.00 horas, las bajas a bordo de la «América y la «Loreto» fueron relativamente considerables pues habían muerto el teniente Pinglo y el Subteniente Bergerie, habiendo resultado heridos cuatro soldados e igual número de tripulantes En la noche. Clavero siguió hostilizando a los colombianos con el fuego de su nave, entrando posteriormente en el combate al día siguiente a las 11 de la mañana.
Aquí el comandante Benavides se reunió con Clavero y el ingeniero de a bordo, Runciman, el cual al ser preguntado si con la «América se podría cruzar la «cashuera», respondió que sí pero levantando la presión de las calderas, Benavides consultó con Clavero y éste sencillamente se volvió hacia Runciman y le dijo: ¡Fuerce¡ Luego de 10 minutos luchando contra la fuerte corriente, la «América» venció ese obstáculo natural.
Desembarcada la tropa, pronto los colombianos fueron presa del terror ante el avance de los peruanos una vez en tierra, abandonaron sus posiciones dejando abandonados a sus heridos y sus armas. El pabellón colombiano fue arriado y nuevamente el pendón blanco y rojo de nuestra patria, ondeó al viento proclamando la victoria de las fuerzas peruanas. La «América» con su gallardo comandante llegó a Iquitos, llevando a bordo a la mayoría de su tripulación diezmado por el paludismo, entre ellos su bravo comandante.