Estamos en plenas actividades por el Mes Morado, el mes del Cristo Moreno, del Cristo de Pachacamilla y lo más universalmente conocido como El Señor de los Milagros, a quien quizás le hemos trasladado nuestras peticiones hechas en el mes de agosto a la bella santa limeña Santa Rosa de Lima.
Después vendrá San Martín de Porres, y más cerca está la Rosa Mística de Nauta, que aunque no está en el calendario nacional muchos dan fe de los efectos de sus peticiones ubicada en ella. Es cuestión de fe, de amor a nosotras mismas, para poder girar y decir a Jesús: presente.
Los resentidos y hasta se podría decir quienes solo ven la parte oscura de la vida, todavía no han encontrado esa fuerza espiritual que cada uno de nosotros también buscamos para vivir con tranquilidad nuestra fe, frente a quienes han perdido casi todas las esperanzas.
Y así todos los días que queda de octubre cuán valioso sería poder repetir que nuestra fe es inquebrantable, que podemos asegurar que no le tememos a los avatares de la vida, que no son más que las pruebas para subir del nivel en que se esté.
Lo que sí podemos estar seguros es en que necesitamos verdaderas uniones en torno a temas sociales en general que no muestran cambios sustanciales en nuestras vidas. Repasemos lo morada que está nuestra vida como señal de agonía: el poco tiempo a los hijos, el poco espacio para cada uno en base al amor propio que nos debemos, la administración acertada de nuestras economías, e informarnos más cada día para evitar ser sorprendidos.
Es a lo que quizás estemos aspirando este mes, a que el Señor de los Milagros, el Señor del mes Morado, haga tras nuestra imploración que el inocente color morado claro se vuelva intenso y que junto al suspirar de una invocación al Altar de Jesús nos haga el milagro que necesitamos siempre y no perdemos la esperanza de recibirlo con gracia.
Por este mes que van realizándose las procesiones unas más concurridas que otras podemos compartir que muchas más gentes han vuelto la mirada hacia los espacios espirituales sea cual fuera su religión. Ello se respeta. Y tenemos el privilegio de contar con un calendario espiritual y religioso nutrido de actividades. Renovemos la esperanza y que se imponga el optimismo frente ante tanta situación frustrante en nuestra sociedad y miremos firme y con optimismo ese futuro que es suyo, nuestro, de todos con la fe que nos devuelve el Mes Morado. Amén.