En este mes de diciembre nuestros corazones como que se sensibilizan mucho más frente a la necesidad de mucha gente que por equis razones de la vida se encuentran en una situación de vulnerabilidad ante actos reñidos con la moral y la ley, en esto no encajan quienes a conciencia plena se descarrilan en los ilícitos.
Así en este mes es importante resaltar acciones que permanecen durante todos los días del año y no solamente cuando se acerca la navidad, tiempo donde las luces, las decoraciones, los nacimientos, los angelitos, las campañas, las estrellas, los árboles navideños, etc, nos ponen en modo corazón tierno y solidario.
Existen muchas necesidades básicas en nuestra sociedad iquiteña, regional y nacional para poder llamarnos una nación donde los derechos básicos de la dignidad humana están siendo atendidos, sea a través de la preparación adecuada para el desempeño en empleos, o a través de programas debidamente monitoreados, con personas y presupuesto idóneo que cumplan el mandato constitucional sobre los derechos de cada uno de los peruanos y peruanas.
Esperamos que esta vez nuestro espíritu navideño se extienda hacia los días del nuevo año que está a poco menos de un mes, para que sirva como soporte al desarrollo de nuestra ciudad y región, porque los males sociales no han surgido de la nada, sino de una organización deficiente que nos salpica a todos, de alguna forma.
La pascua esta vez que sea más solidaria que nunca, así como su duración, en el sentido que al pasar la navidad nuestros corazones no se vuelvan a endurecer, recordemos que Jesús derramó su sangre para salvarnos en base al cumplimiento de los mandamientos de la ley de Dios, y si somos ateos o sólo creemos en alguna fuerza superior, pensemos que la solidaridad mutua nos hace más felices, nunca podemos tener todo, siempre hay mucho que dar, recibir y compartir en familia, con vecinos, con amigos, con colegas, y otros grupos humanos.
Hay mucha hambre de alimentos, pero también hay hambre de paz espiritual que quizás no lo tengamos en cuenta porque somos jóvenes o adultos vigorosos, todavía, pues esa paz puede ser sinónimo de vida armónica y solidaria, no esperemos la vejez para sentir que pudimos hacer mucho más, para arrepentirnos. La pascua del señor está cerca con el nuevo y simbólico nacimiento del Niño Dios, es nuestro deseo que renovemos nuestra fe y accionar.