Claro y directo fue el presidente de la Corte Superior de Justicia de Loreto, Aldo Atarama Lonzoy, al decir lo que muchos que visitan el Penal de Iquitos lo constatan. «Las cárceles de verdad resocializan, reintegran a la sociedad a la gente, nuestro criterio es que no, a pesar de que en los penales, y en el de Iquitos hay una carpintería, por ejemplo».
La autoridad judicial se preguntó a cuántos internos realmente da trabajo la carpintería, zapatería, manualidades y otros, «se da, pero para unos pocos». El tema es peliagudo porque por diversas razones muchos internos se mantienen al margen de participar en estos talleres que les puede producir un ingreso de subsistencia mientras se encuentren internados, además que lo aprendido lo podrán aplicar afuera una vez culminada la condena.
Pero, cómo funcionan internamente estas capacitaciones, que se conoce están bien organizadas y esto se traduce en los resultados de los trabajos que realizan los internos, pero como dijo el presidente de la Corte, son muy pocos los que se benefician con los talleres, porque también tiene un costo con la adquisición de los materiales.
«A la gente hay que darle alternativas de resociación» y seguro que todos coincidimos en este aspecto, pero en la práctica muchos internos salen sin que el Instituto Nacional Penitenciario, haya cumplido con su más noble objetivo, de devolver a la sociedad `hombres nuevos´, `mujeres nuevas´, que si bien tenemos pocas reincidencia de personas que vuelven a delinquir, falta mucho por hacer en el marco del verdadero concepto de «readaptación social».
Los penales como actualmente vienen funcionando no son una garantía de ello, ni en Iquitos, menos en otros penales de mayor hacinamiento que existen en el país, donde además las ubicaciones de los internos por su leve o alta peligrosidad no precisamente están eficientemente clasificados y ubicados. Seguro que hay voluntad en el INPE, pero las condiciones presupuestarias no lo permiten. Aunque sería más que oportuna una revisión de la política penitenciaria que apunte a hacer de las cárceles centros de producción exitosos, en beneficio directo de los internos, y que indirectamente contribuyan en parte al sostenimiento de los penales.