Cuba – Estados Unidos

– Dos pueblos en proceso de reconciliación:

Por: Adolfo Ramírez del Águila
arda1982@yahoo.es

caricatura papa_obama_raulA quién no le ha sucedido, esa incómoda experiencia de enemistad en el propio centro laboral o en el mismísimo seno familiar. Sin querer queriendo, vamos tejiendo redes de odios y enfrentamientos que nos llevan a actitudes nada fraternas, capaces de hacernos voltear la cara con tal de no cruzar miradas. De un día para otro, un familiar muy íntimo, o un colega de trabajo muy cercano, se convierte en tu contrincante a muerte, causando un inevitable sufrimiento mutuo. Y la soberbia, y el maldito orgullo, hacen que esa falla humana, continúe por meses, años y hasta décadas, sin visos de acercamiento.
Esta experiencia cotidiana, extrapolada a las relaciones entre las naciones, es el caso de Cuba y Estados Unidos de Norteamérica.  Una vergonzosa enemistad política de estos dos países, se ha mantenido increíblemente por más de 50 años. Rompimiento de las relaciones de buena vecindad, enfrentamientos a muerte de antis versus pro castristas, saturación de odios ideológicos y agresiones sistemáticas mutuas, parecían eternas.
Todo empezó, en 1959 cuando la pequeña isla del caribe, fue controlada por el entonces joven guerrillero Fidel Castro, tomando el poder vía las armas y derrocando al régimen de Fulgencio Batista. La revolución que se consolidaba, se atrevió con la ayuda de Rusia, a enfrentarse política y militarmente al gigante imperio del norte. Una gran revolución para la Cuba castrista, un temible terrorismo comunista para la USA norteamericana. La Guerra Fría, post II Guerra Mundial, había tenido su punto más caliente en esta parte de la América morena. Y temiendo que la hora cubana, llena de romanticismo anticapitalista, contagie a los demás países vecinos, la Casa Blanca castigó de la peor manera a la isla, con un bloqueo económico inhumano, a manera de advertencia para que nadie osara caer en la tentación de la patria comunista.
Volviendo a la experiencia familiar, cuando los matrimonios se separan, los primeros años son tiempos de intolerancia, cada uno en su trinchera de justificaciones, buscando aliados, disparando insultos y agrediéndose mutuamente. Pasa el tiempo, y cuando la inteligencia emocional va desarrollándose como valor agregado a las tensas relaciones, los esposos enemistados recapacitan con la ayuda de un asesor calificado, y a veces se reconcilian milagrosamente.
Algo así ha pasado con estos dos países. Después de muchos años de jugar al gato y al pericote, cayeron en la cuenta, que vivir enfrentados por siempre, era una absurda insensatez. Y surgió un San Martín de Porres moderno, el Papa Francisco, que canalizó las ganas de reconciliarse entre ambos países, y les lanzó el reto de retomar las relaciones bilaterales.
El presidente Barack Obama, demostrando su agudo sentido político de estadista, invitó a su par cubano, Raúl Castro, a cancelar progresivamente los viejos odios políticos, rompiendo los muros ideológicos que los habían dividido al fragor de la Guerra Fría. La disposición del presidente cubano a dejar de lado el discurso y la práctica política anti-yanqui, ha merecido el reconocimiento de la comunidad internacional y ha abierto una nueva era en la historia de toda América. ¿Concesión excesiva de Obama a un país comunista antidemocrático? ¿Traición de Raúl Castro a los principios antiimperialistas de la revolución cubana? Eso dejemos al tiempo y a la historia para que lo evalúen.
Los primeros pasos de esta gesta impensable hace algunas décadas, se hicieron públicos a fines del año pasado, cuando los dos mandatarios anunciaron el restablecimiento de las relaciones bilaterales, agradeciendo la intermediación del Papa Francisco. A la fecha que escribo este artículo, se han reabierto las embajadas y las dos banderas diplomáticas ya flamean en ambos países. Viene a continuación, los dos pasos más difíciles de la distensión: el deshielo del inhumano bloqueo económico aplicado por Estados Unidos a la isla y, el restablecimiento progresivo de prácticas más democráticas en la Cuba castrista.
A estos dos pueblos que hacen esfuerzos de una saludable hermandad, llegará el Papa Francisco en setiembre de este año, como confirmando los nuevos vientos que soplan en el continente de la esperanza. En Cuba estará del 19 al 22 de setiembre, para confirmar en la fe a los católicos de la isla y llamar a todos los hombres de buena voluntad, para que se encaminen hacia la reconstrucción de una nueva Cuba, más abierta al mundo y con más libertades civiles. En Estados Unidos, el Papa estará del 23 al 27 de setiembre, para reconfirmar la fe de un pueblo muy cristiano, pero contradictoriamente muy apegado a la materialidad consumista, muy complaciente al relativismo moral y muy preocupada por controlar militarmente las riquezas del mundo.
A estos dos pueblos, que buscan sus propios caminos en la diversidad de ópticas políticas, el Papa mostrará con gestos y palabras, a un Cristo Señor de la historia y constructor de una nueva humanidad reconciliada. Exigirá una Iglesia más inculturada en la vida de cada pueblo, para demostrar la presencia de una Iglesia en marcha, buscando junto a los excluidos, la liberación integral, lejos de la tentación del capitalismo salvaje, pero también lejos del comunismo autoritario.
Bienvenido nuevamente Papa de los pobres, a esta América de todas las razas y culturas. Cuba y Estados Unidos, hermanados en la fe del Señor de la Vida, renovarán sus agendas a favor de los desposeídos y olvidados del planeta. Dios bendiga la buena voluntad de estos dos pueblos. Amén.