Una escuela en la frontera

Hace mucho tiempo que los niños de los pueblos peruanos ubicados en las fronteras con Colombia y Brasil van a estudiar en las escuelas públicas de esos países, donde los mayores tienen triple nacionalidad y ejercen su derecho a votar tanto en Perú, Colombia y Brasil.

¿Por qué? Porque nuestros vecinos les sobreprotegen alcanzándoles víveres, atención médica y medicamentos, y trabajo. Una de las formas de ganarse al individuo para más tarde aprovechar su agradecimiento en su beneficio, adentrándose pacíficamente en territorio ajeno, haciendo que esos pueblos se sientan más identificados con ellos. Poco a poco nos van ganando con su cultura, con su educación, enseñándoles a nuestros niños a admirar sus acciones militares y a  sus héroes.

Un lento pero seguro lavado del cerebro que somete a los nuestros a otras realidades. Los niños de las fronteras no saben de nuestra historia patria, de su región, de nuestras costumbres, de nuestros valores cívicos. El himno nacional y las enseñas patrias, quedan rezagadas frente a las divisas extranjeras.

Es por eso que saludamos que nuestros niños de Rondiña, un pueblo de la provincia de Ramón Castilla en el bajo Amazonas, ya tenga una moderna infraestructura donde ir a estudiar y a nutrirse de lo que es el Perú, a llevar en su espíritu el legado de nuestros antepasados, de quienes lucharon por nuestra libertad y por consolidar esta patria nuestra.

Qué bueno que ellos ya no vayan a la escuela colombiana o a la brasileña, sino a su escuela peruana. Ahora solo falta que los maestros asignados a esa institución educativa le pongan corazón a su labor, que nunca falten a sus clases, que dediquen su tiempo a enseñar  a sus alumnos formándolos positivamente porque  ellos son el futuro de la patria.