Un discurso más sí importa, porque actualmente es como si no pasara nada en nuestro país, pero pasa mucho, y demasiado con el tema de la corrupción que superó a todos los males. Y lo que no reflejó el mensaje presidencial de Dina Boluarte, es justamente la forma cómo mejorar el combate contra esa forma de administrar mal los recursos, que mata al país lentamente.
Se dicen en todos los idiomas por diferentes medios que estamos en una situación de enorme riesgo de la normalización de los actos de corrupción, que en la práctica se nota que es así, porque la mayoría de los casos quedan en la impunidad, sea en el archivamiento o en el paso lento del proceso que termina en el olvido del tiempo.
Importa también recordar que la corrupción es un mal milenario, pero no en todas las naciones se combate con éxito, sea porque los que manejan al Estado son parte del festín o porque los ciudadanos organizados no logran la claridad de que por eso ruta sólo queda el fracaso del desarrollo sostenible y en equidad, si es que no se ponen firmes para exigir un mayor control de los presupuestos públicos.
El otro problema del país al cumplir los 203 años de fundación es que hemos permitido desde su nacimiento que las leyes no se cumplan y las sanciones tampoco, pero estamos en un escenario más grave en este tema también, que desde hace unas décadas la legislación se hace a la medida de intereses de grupos económicos centralizados en Lima, del cual el parlamento a través de los congresistas de turnos lo pudieran atestiguar.
La clase política de antaño y la actual, están al tanto de estas acciones en contra de los intereses nacionales. Nadie está en contra del éxito económico personales o de grupos, pero que estos no sean afectando los intereses de todo un país sumido en un alto porcentaje de pobreza y extrema pobreza, con niveles altos de anemia y desnutrición infantil, donde nuestra región Loreto lidera las cifras nacionales.
Y pasa tanto, como, por ejemplo, que el proyecto de la redistribución de la publicidad del Estado ha quedado en el camino, en el intento que llegue a todas las regiones del país y no que se quede casi todo en Lima, frenando el desarrollo de los medios de comunicación social hasta en las zonas fronterizas donde se necesita realizar mucho trabajo de afianzamiento de la peruanidad. Así con el panorama gris, esperamos muchos cambios, y que estos lleguen a tiempo.