Una vez más la forma de llamar la atención por los acuerdos no cumplidos, viene desde los pueblos indígenas más urgidos de soluciones desde los diferentes niveles de gobierno, porque si bien el tema de contaminación ambiental es lo más dramático, existen otras demandas en temas de salud, educación, proyectos productivos, conectividad, en sí, la tan reclamada presencia del Estado como manda la Constitución Política del Perú.
Esta vez es un grupo indígena de la zona del distrito de Urarinas, donde ocurrió el último derrame de petróleo por una fuga en el Oleoducto cuyas reales causas siguen en investigación; a quienes se han unido organizaciones étnicas de la cuenca del río Corrientes, Marañón y Tigre; y la convocatoria a que se sumen más federaciones fue expresada a través de un pronunciamiento difundido ayer.
Es preocupante que estos problemas se tornen interminables, que los acuerdos asumidos en varias actas no hayan cumplido su objetivo de normalizar las relaciones entre los pueblos indígenas representados por sus federaciones y el Estado representado por las municipalidades distritales, provinciales, gobierno regional y gobierno central, ya que en la ruta de las soluciones se involucran todas estas instancias en el marco de sus obligaciones.
Se espera que esta medida de paro indefinido que inició ayer sea prontamente atendida por la instancia de prevención de conflictos sociales, que describió con gran lucidez el Presidente de la República, como un ente cuyo mecanismo de trabajo contribuya a que el reclamo social no se rebase.
A estas alturas de todo lo vivido en cuanto a la problemática de los pueblos indígenas de la amazonia de Loreto, cabe un análisis rápido, global, detallado, que integre en las coincidencias a las diversas organizaciones étnicas que también tienen sus diferencias. Es que no se puede ya concebir soluciones aisladas, sectorizadas, o muy puntualizadas cuando los problemas son comunes. Esto desgasta a las propias mesas de trabajo y en vez de traer soluciones y calma, va acumulando descontentos, germinando estallidos sociales que nadie desea. Estamos a tiempo de evitarlo.