Mirando la desestabilización

Una mayoría parlamentaria que se juró vengar la pérdida de su líder a la Presidencia de la República, al menos, eso es lo que nos han hecho sentir desde que ocuparon sus asientos en los salones del Congreso. A este grupo mayoritario que si bien no les quedó otra cosa que otorgar las facultades legislativas al Ejecutivo, parece que solo fue una especie de “antalginazo”, y cambiaron de estrategia.

Es lamentable que los millones de peruanos sin distinción alguna estemos siendo espectadores de cómo a una mayoría congresal, poco le importaría la estabilidad del país y el sumarse a los esfuerzos reales por el desarrollo deseado; y más bien se sumerja en mezquinas estrategias para desestabilizar al actual gobierno empezando por cortar las cabezas a sus ministros.

Primero fue el ex ministro de educación, ahora le han puesto en la mira al vicepresidente y ministro de Transportes Martín Vizcarra. Todo hace presagiar que correrá la misma suerte del anterior. Mientras la puntería que es el presidente de la República, parece que prefiere dejar que se ahoguen con su propio veneno. Y es que parece no tener otra salida. Está atrapado. No lo dejarán gobernar como quisiera.

Sin embargo, esto para los peruanos debe ir más allá de preferencias partidarias porque nosotros somos el fin supremo de la sociedad peruana, plasmada en la Constitución Política. El problema es que no tenemos una sociedad civil organizada, poderosa, capaz de influir para enderezar posturas que no solo atentan contra una gestión de gobierno, sino, contra el sistema democrático, que está en riesgo.

Esa frase de que la campaña política ya concluyó y ahora nos queda a todos unirnos para luchar por los objetivos nacionales, es letra muerta. Ha pasado la campaña y siguen los cálculos políticos con miras a las próximas elecciones y lo que es peor, cálculos que podrían desestabilizar la gestión del gobierno con resultados impredecibles.

Así estamos en un escenario de hacer política de forma irresponsable, donde no se gobierna solo a favor del país, sino que grupos que se consideran súper poderosos como una mayoría (que el sistema electoral no previno), parece quisiera hacer de las suyas para tentar el poder total. La arrogancia y la soberbia que destila es como un veneno para el proyecto país, con la complicidad de líderes de oposición también preocupados solo en sus intereses de grupo partidario, se muestran casi indiferentes.