Junto a su productora en filmación de «Diamon Santoro y la Soga de los muertos»

-Cineasta argentino, Luis Puenzo, ganador del Oscar por mejor película extranjera en nuestra ciudad 

-Gianfranco Quatrini, «La Amazonía me parece el fin de la civilización y el comienzo de una naturaleza inconmensurable»

Por: Marisabel Pérez Reátegui

Luis Puenzo, director y productor argentino, dueño de la empresa «Historias Cinematográficas», ganador del Óscar por mejor película  extranjera «La Historia Oficial» (1985), película que tuvo más repercusión internacional, rodada ya bajo la presidencia de Raúl Alfonsín. «Historia oficial» es una dura denuncia de las consecuencias del régimen dictatorial argentino, dirigió a Jane Fonda y Gregory Peck en «Gringo viejo», se encuentra en nuestra ciudad, pues su productora es una de las que integra la coproducción de la película argentino – peruana «Diamon Santoro y la Soga de los Muertos», que se viene rodando en nuestra ciudad y que llegará a su fin este martes próximo.

«La Región» tuvo la oportunidad de dialogar con Puenzo, quien actualmente, a través de sus productoras, se encuentra en pleno rodaje en Buenos Aires, «Viene siendo ejecutado por mi hija Lucia Puenzo y mi hijo Pepe Puenzo», nos cuenta totalmente orgullosísimo de ver el despliegue de sus herederos.

En esta producción peruano – argentina «Diamon Santoro y la Soga de los muertos», también se encuentra inmerso un hijo del producto, Esteban Puenzo, quien junto a Gianfranco Quatrini, director y productor peruano, vienen desbordando esfuerzos para dar todo de sí en esta producción que dará mucho que hablar.

Nos cuenta que no estaba en sus planes venir a nuestra ciudad, pues  cuenta con una recargada agenda en Argentina, donde dejó varias reuniones programadas, pero las ganas de conocer nuestra ciudad pudo  más. Se queda hasta este fin de semana, y aprovechará al máximo su estadía, pues estará en las locaciones rurales de Padre Cocha, Nauta, Tamshiyacu, «Dije, no me puedo perder la oportunidad de conocer a Iquitos».

«Antes de conocer la ayahuasca, ya había escuchado del peyote, que es mexicano, yo estuve en México un tiempo filmando,  y es ahí donde conocí la presencia de esta planta con poderes alucinógenos y místico, cuando supe de la ayahuasca, lo relacione con el peyote, pero después empecé a conocer las diferencias, qué es realmente el ayahuasca, no lo tomé, pero sí me interesa porque se ve que es un viaje interior, y en la película se transmite eso, un viaje».

Es la primera vez que vino a conocer Iquitos, pero ya tuvo la oportunidad de filmar en lugares donde es un poco difícil filmar. «He filmado en distinto lugares difíciles, hasta es difícil filmar el centro de Argentina o Londres, por ejemplo. Puedes jugar el partido parado en un lugar o en otro y si sabes cómo manejarte en el puesto que te toque, el cine es lindísimo hecho desde donde sea».

Para Gianfranco Quatrini, la presencia de Luis Puenzo, quien sólo vino a observar el rodaje, es sumamente importante, pues podrán tener en algún momento una opinión distinta. «Su mirada es importante porque nos ayuda a focalizar lo que quieres dar a conocer, es una película muy rica que tiene elementos diversos, épocas diferentes, ambientes distintos, selva, música, bajo esas propuestas generan que uno se vaya a desviar».

«Hacer cine en América Latina es una tarea para valientes y hay que hacerla en equipo. Cuando le conté a Luis Puenzo, director y productor argentino, que tenía ganas de hacer una película que juntara los orígenes del rock argentino con la cumbia sicodélica amazónica, me dijo «yo te apoyo». De verdad, teniendo ya la parte argentina armada, nos dispusimos hacer esta segunda etapa en Perú. No es tarea fácil hacer cine aquí», precisa Quatrini, totalmente emocionado, quien nos deja en claro que, «Nací acá (Perú) y me fui de pequeño. Volver fue mi decisión personal de querer conocer mis raíces. De niño vivía en Estados Unidos y no entendía cuando venía de visita. Ser peruano para mí era una etiqueta, un aeropuerto, la casa de los familiares. De grande sentí la necesidad de, si quería ser cineasta, tenía que entender mi propia identidad. Me impulsó a venir a vivir acá, y ver y comprender las formas de compartir y no compartir. Eso me impulsó a hacer Chicha tu madre. Me interesa buscar en ese encuentro de culturas la esencia de nosotros.

«Mi abuela nació en Iquitos, es como un permiso que me doy, como un cineasta que tiene raíces en la Selva. La posibilidad de filmar allí se me ocurrió la primera vez que pisé la ciudad hace muchos años. Me dije «tengo que hacer una película acá». Me parece un mundo fascinante. La Amazonía peruana me parece el fin de la civilización y el comienzo de una naturaleza inconmensurable, es como el límite de la sanidad y la locura. Es un viaje a la frontera, a lo profundo de uno mismo». Algo que no podemos discutirlo, pues coincidimos. (MIPR)