Casi siempre nuestro país y nuestra región en particular ha sido un destino donde la economía no es precisamente la más democrática en término de solvencia y de calidad de vida cubriendo más allá de las necesidades básicas. Esto siempre desde la vida de la corona ibérica y republicana ha sido un privilegio de pocos.
La historia nos dice que antes de la llegada de los españoles y su cuestionable invasión, el imperio Inca que alcanzaba a varios territorios que hoy conforman los países del sur de América, tenían una forma de organización de gobierno donde la economía no discriminaba, por lo menos en la cobertura de las necesidades básicas. La economía empezó su segregación tras la imposición de un gobierno despectivo y corrupto que se acentuó hasta estos tiempos desde nuestra conversión en nación.
En la actualidad seguimos con la cantaleta que la economía va empeorar, es cierto que tenemos altas y bajas en las estadísticas y registros económicos que miden nuestra capacidad adquisitiva, las mismas que en temporadas se han visto muy perjudicadas porque a un gobierno de turno se le ocurrió enfrentar a un sistema económico mundial, establecido y difícil de desconectarse, en lugar de adaptarlo a nuestras necesidades y no saquear el tesoro público.
Nos han vendido la idea de que nuestra pésima situación de pobreza y extrema pobreza se debe a un sistema económico, que en otros países ha dado resultados positivos con sus aspectos negativos y positivos, que no faltan, pero en términos generales la riqueza se ha expandido muchos más entre sus poblaciones, cosa que no ha ocurrido en nuestro país.
Si bien es cierto que las tendencias mundiales en temas monetarios y otras situaciones han influido en tambalear la estabilidad económica que por temporadas adquirimos ciertos sectores de la sociedad peruana, según las estadísticas, siempre hemos estado mal. Que al sector A y B les haya llegado un chorreo económico no significa que haya alcanzado, por ejemplo, a los sectores C, D y E, y eso no representa ningún éxito en el sistema económico.
Ello lo decimos como simples mortales, donde la universidad de la vida a través de los años nos ha mostrado que la corrupción con el robo del dinero público es la enemiga fatal de todos nuestros males. Así en lugar de invertir en proyectos de calidad con visión de sostenibilidad en el tiempo para el desarrollo, se han metido a los bolsillos y sacado del país millones de millones, y los que se quedaron se han arreglado para no ser juzgados como se merecen y devolver todo lo sustraído ilegalmente.
Así que ya hemos vivido momentos duros en nuestra economía, nunca estuvimos súper, siempre los ladrones del dinero público que compromete casi al 50 % de la población nacional, por eso la corrupción tiene fanáticos, y ha sido y es muy complicado de combatir. Esto tiene que cambiar. La esperanza sigue latente.