Necesitamos tomar un vaso de agua fresca, levantar el mentón y respirar profundo, y lentamente abrigar esperanza. Esperanza que en nuestro país se podría hacer mejor las cosas tras los elementos que brindan y seguirán ofreciendo a la justicia brasileña el empresario Marcelo Odebrecht, dueño de la compañía que lleva su apellido y sus principales ejecutivos, que sirve de elementos de prueba y profundización de las investigaciones para la justicia peruana.
La condena por los actos de corrupción en su país y que se ha extendido a varios países de Latinoamérica es de 19 años y 4 meses, la que podría disminuir porque están colaborando con las investigaciones. Lo que se diría en buen peruano, están “cantando sus fechorías”. Han sobornado a presidentes de Estado, ministros y funcionarios para obtener licitaciones y contratos, cuyos costos eran sobrevaluados. Así nos lo recuerda en un interesante artículo en el diario La República el laureado Mario Vargas Llosa.
Lo que nos hace recordar también a la licitación sobre el mejoramiento del agua potable en Iquitos realizado por Sedaloreto, siendo que Odebrecht ganó pese a que postuló por varios millones más que otra empresa que concursó. Además que luego por adenda se incrementó otros millones más. Esto siempre resultó sospechoso, pero como se esmeran por “no dejar huella”, la duda favorece al reo.
Los fiscales anticorrupción del país tienen la enorme responsabilidad de investigar bien para mostrarnos lo que realmente pasó y que determinen las responsabilidad de las autoridades pasadas y presentes, así como de los funcionarios involucrados. Es la oportunidad de trazar una línea, y decir esto ocurrió, estos son los responsables y estas son las sanciones. Así validar la democracia y que se inicie una nueva etapa para el país. Darnos una nueva oportunidad como estado de derecho, donde las leyes se aplican para todos y se restaure el principio de autoridad, sellado con la probidad de los administradores de justicia.
Este bombardeo de hechos del caso Odebrecht es la confirmación de lo que siempre se ha sospechado del enriquecimiento ilícito de gente de los gobiernos de turno y de su entorno, quienes han llegado a esos lugares de poder por la confianza que les dio el pueblo a través del voto, y la han traicionado. Y como lo señala Vargas Llosa, por lo menos 11 de los 20 millones ha recibido Alejandro Toledo para favorecer con contratos a Odebrecht. Y el ex mandatario en una defensa patética sigue diciendo desde la clandestinidad que es víctima de una persecución política.
Las investigaciones continúan y esta semana la procurador pública Katherine Ampuero dijo que evalúa pedir a la Fiscalía que incluya el ex presidente Alan García Pérez en calidad de investigado en el caso de las coimas en el Tren Eléctrico. Así se espera que todos los casos se esclarezcan por la salud pública y que la ciudadanía no siga sintiendo que la justicia es solo implacable para los “ladrones callejeros”, sino también para los “ladrones de cuello y corbata”.