En anteriores oportunidades nos hemos referido a la situación de nuestra infancia iquiteña que deambula por las calles hasta pasadas las 12 de la noche vendiendo algunos productos, ubicados en las puertas de entrada de restaurantes, bares, o caminando como rondando las cuadras estirando la mano para propinas.
Es por demás preocupante esta situación cuando nos preguntamos dónde están sus padres, sus madres, las personas responsables de sus crianzas y las autoridades civiles, fiscales y judiciales, que velan por la integridad física de nuestra infancia.
Tal vez si hacemos el ejercicio de caminar por la zona monumental de Iquitos y observamos a estos niños y niñas, y pensemos un momento si fueran nuestros hijos, seguro que no permitiríamos que se encuentren en la calle expuestos a todo tipo de peligros. Y lo mejor sería abordarlos en una especie de batida infantil y saber más de ellos, su grado de vulnerabilidad y apoyarlos.
Hace unos años hubo un grupo de jóvenes que dedicaban a conocer a estos niños, niñas y adolescentes con el ánimo de apoyarles en lo que les sea posible, e incluso de llegar hasta sus hogares y conversar con sus progenitores para orientarles sobre la crianza, sus deberes y derechos, así como la responsabilidad de la paternidad.
Se encontraban con cada caso, donde la abuelita era la responsable de cuatro niños porque sus papá y mamá, se fueron, nadie sabía de ellos y dejaron con la responsabilidad a una persona de la tercera edad que no tenía otra alternativa que mandarlos a mendigar.
De aquel tiempo ya pasaron unos veinte años y otras historias se han aparecido por la zona turística de Iquitos, y sigue la pasividad del Estado frente a su responsabilidad constitucional de velar por la seguridad moral y material de los peruanos y peruanas menores de edad.
Si bien es cierto que los albergues infantiles están llenos y quizás ya no alcanza un menor más, esto deben transparentarlo ante las autoridades de turno que tiene presupuesto para obras de infraestructura y tal vez se proyecten albergues infantiles emblemáticos, que sean verdaderos lugares de recuperación de los menores para preparase y a futuro tener una vida digna exitosa y de servicio a la sociedad. Reaccionemos, no debemos tener en las calles ni un solo niño deambulando, solo, y expuesto.