Adiós a los desfiles de julio

Un decreto del Vice Ministerio de Educación ordena suspender los desfiles escolares  en Loreto, donde, según reza el documento, hay una fuerte radiación solar entre las diez de la mañana y las tres de la tarde, acusando, ahí mismo, que la exposición al sol puede originar enfermedades de la piel.

 

Por su parte, la autoridad educativa regional en acuerdo con los directores del los centros escolares, quedaron en autorizar los desfiles en sus zonas y en sus distritos, pero no de un modo general, que agrupe a todas las instituciones en un gran desfile.

 

Si seguimos la secuencia de como estas vistosas demostraciones de patriotismo de parte de los muchachos va mermando cada vez más, no hay que olvidar que otro pretexto fue la influenza AH1N1.

 

Más adelante, intuimos, los desfiles en honor a nuestra patria se realizarán en los patios de los colegios o en la cuadra de la calle donde esté ubicado el local de la institución educativa.

 

En otras palabras, poco a poco se está haciendo desaparecer una tradición, una fiesta que desbordaba la alegría de los muchachos de antes, cuando iban al desfile con el mejor uniforme, los zapatos bien lustrados y delante de ellos, su banda de música retumbando el bombo y echando al aire las trompetas interpretando una marcha guerrera, decididos a ganarse los gallardetes del ejército, del  ministerio de educación y de la municipalidad.

Qué pena desconocer aquella hermosa parte del poema de Jorge Donayre Belaunde, ¡Viva el Perú carajo! que dice:

Para tirar un carajo por mi patria,

he pedido prestada su cristina de dril a mi hijo Alberto
y en la hebra de luz de un blanco cabello
de mi finada madre, lanzo un sonoro grito
que me nace de las venas
con estruendo de vida,
clarinada del alba al cielo puro.

Para tirar un Carajo por mi patria
préstame Juan Mariño la trompeta,
tu trompeta de bronce retumbante,
quiero lanzarle al mundo
un coro de trompetas.
¡Viva el Perú Carajo!