Como si no tuviéramos muchos problemas que afrontar y resolver, un irrespetuoso diplomático colombiano, por decir lo menos, en una reunión oficial muy suelto de huesos ha dicho hace unos días que la Isla Santa Rosa, de la provincia de Mariscal Ramón Castilla – Región Loreto – Perú, no le pertenece a nuestro país, sino a Colombia.
Qué manera de alterar la tranquilidad, aunque tendríamos que parar la oreja si esas declaraciones forman parte de una postura real del Estado colombiano, sí que debe preocupar y esperamos una disculpa oficial por parte de la república vecina, con la que en décadas pasadas ya tuvimos problemas de territorio como la entrega irregular de Leticia que era de la parte peruana.
Esos temas de expansión irregular tendrían que estar selladas, y más aún cuando tenemos problemas comunes que dentro de la comunidad Amazónica se articula soluciones y se tienen que seguir fortaleciendo, pero este tipo de declaraciones nos afecta y nos pone en desconfianza.
Y se podría decir que “no hay mal que por bien no venga”, para que el actual gobierno tome acciones respecto a las necesidades de los compatriotas en la zona de la triple frontera con Colombia – Brasil y Perú, no basta colocar una oficina de Migraciones, de Sunat, Aduanas, en Isla Santa Rosa, donde también debería haber una base peruana combinada de la Fuerza Armada, así como a lo largo de toda la línea fronteriza.
La Isla Santa Rosa, debe ser atendida de inmediato en proyectos pendientes que tenga, no basta con un comunicado oficial del Ministerio de Relaciones Exteriores de nuestro país, donde se protesta y se reafirma los derechos de soberanía y jurisdicción sobre la Isla Santa Rosa.
Este incidente viene preocupando a los leticianos, a los de Tabatinga, a nosotros los loretanos que desde hace muchos años venimos tratando de reforzar la hermandad fronteriza y vivir en paz, que lo estamos logrando de alguna manera y no deberíamos permitir que se destruya, al margen de problemas que tienen todas las sociedades, pero que no lastiman la legitimidad y nuestra identidad.
Aunque parece que este año el Festival de la Confraternidad Amazónica Perú – Brasil – Colombia, ya fue, se suspendió nuestra participación, decisión tomada por el Gorel y la municipalidad de Maynas, es que no podía ser de otra forma, aunque podría variar dada la postura del gobierno colombiano a través de su cancillería. El tema es delicado y debe ser sin medias tintas, aunque en formato diplomático.