Aterrizando

La modernización de los aeropuertos del país implica millones de millones de inversión, como en el Jorge Chávez de Lima, que tiene el mayor tráfico aéreo nacional e internacional, por lo que en sus planes de seguridad es impensable que no esté considerado una respuesta inmediata a la falta de iluminación de la pista por equis motivo.
Con lo que ha pasado en el aeropuerto Jorge Chávez de Lima, el mejor implementado y dónde mucho más dinero se ha invertido en mejoras en los últimos años, es una vergüenza nacional y mundial, perjudicando a miles de pasajeros en sus programaciones de viajes, y en su economía, así como el impacto emocional ante la falta de información oportuna sobre los itinerarios que podrán tener luego de superado la falla de luces.
Lo ocurrido nos permite aterrizar una vez más, en que, por situaciones subalternas en los procesos de mejoramiento de la infraestructura aeroportuaria, no se está obrando con las exigencias de calidad como debería de ser, más aun, teniendo en cuenta que somos un país con grandes riquezas naturales y paisajes que nos coloca turísticamente en una expectante posición de crecimiento.
Con sucesos como lo ocurrido nos desfavorece en la promoción hacia los visitantes, esto no debe volver a pasar nunca, así como la falta de atención rápida, de empatía y de respeto hacia los viajeros que buscaban absolver sus desesperantes preguntas.
Se tendrá que reformular la contingencia porque la incertidumbre generada deja muy mal parada la organización aeroportuaria, que sea en manos de un privado o no, el Estado tiene el suficiente respaldo legal para supervisar y monitorear que se garantice el normal tráfico aéreo, y la potestad de exigir que hechos como lo ocurrido no se vuelvan a repetir. No se trata de la imagen de un fulano de tal o razón social, o sociedad, sino de todo un país, donde el rubro turístico es vital.