Estamos en plena euforia de las fiestas navideñas y seguido se viene las fiestas por el año nuevo 2024, y nos preparamos de la mejor forma posible, y ello se evidencia en distintos espacios sea en el trabajo, en la comunidad, en el barrio, en el club y por supuesto en la casa.
Aunque ciertas personas no se entusiasman mucho por estas fiestas, les parece o da lo mismo, la gran mayoría lo celebra, aunque sea sentado en su vereda mirando lo que otros se divierten, porque para formas de celebración, existen muchas y todas se deben respetar.
Sin embargo, consideramos que la mejor celebración sería aquella atención que damos a los más vulnerables, a los que han perdido la esperanza, incluso se han olvidado que tienen derecho a una recuperación y vida digna que el Estado constitucional lo suscribe y está como una obligación, atenderlo.
Es una responsabilidad que todos los gobiernos de turno miran de reojo, y nos referimos que así miran a las gentes de todas las edades que están de vagabundas por las diversas calles de la ciudad, sea en el centro histórico de Iquitos, sea por las veredas de la misma universidad de la Amazonía, sea por los mercados, por el malecón de Iquitos, etc.
A ellos no los queremos mirar, porque su situación no depende mejorar con una tasa de chocolate, ni con el show de un payaso, ni con panetones, ni con regalos descartables, al final todo se muestra como vanidad y humo, frente a un grave problema social que no queremos afrontar, ni detenernos a mirar y analizar, por qué pasa esto.
Puede ser el vecino, un familiar que nos parece ya no tiene cura, un conocido, al fin y al cabo, un ser humano que está tirado en las veredas como cualquier desecho material, que no nos mueve el corazón, caso contrario elevaríamos nuestra voz para exigir a las autoridades que asuman su responsabilidad con estos ciudadanos que también tienen derechos.
Casas de acogida privadas o parroquiales como la del respetable y admirado padre Raymundo, no se abastecen, además se necesitan lugares para diferentes tipos de casos de los abandonados por el Estado y la sociedad que somos parte todos y todas.
En esta navidad seguimos con el corazón partido como dice una famosa canción, pero por la impotencia de no conmover a las autoridades para que entiendan que en la calle no debe haber personas adictas, mendigos de todas las edades, niños expuestos por sus propios progenitores en altas horas de la noche, entre otros vulnerables.
La mejor navidad sería que ellos encuentren atención para recuperarse. Y por supuesto estrategias de prevención para que no haya más hermanos que se vean empujados hacia el propio abandono.