Como todos los años, en esta fecha los peruanos celebramos un aniversario más de nuestra independencia, siendo motivo para que todos recordemos y reconozcamos a quienes de una u otra forma coadyuvaron a la formación de un nuevo Perú que aún no termina de consolidarse como un país verdaderamente soberano, libre e independiente como fue el sueño de los primeros forjadores de la patria, sea desde su perspectiva en los campos de batalla para librarnos de la opresora corona realista, en la investigación, las ciencias, la cultura, las letras y las artes, en la producción del campo y la ciudad, en la exportación, la banca y el comercio, y en tantas otras actividades ocupacionales tratando de perfilar ese Perú que todos anhelamos, donde el bienestar y la calidad de vida y la tecnología estén al servicio de todos los peruanos. Mas nuestra realidad actual es otra, es como si la patriótica intención de aquellos primeros forjadores de la República, se hubiere quedado por ahí detenida en el tiempo, en espera de un nuevo amanecer.
Este panorama así descrito o así pensado, tampoco significa que nada se ha hecho, que todo está perdido, pues no en vano estamos ad portas de un siglo más de existencia republicana; aún es vigente la frase del poeta César Vallejo ‘Hay, hermanos, muchísimo que hacer’. Efectivamente, si recordamos que hace algunos lustros en las escuelas públicas se enseñaba Educación Cívica, Urbanidad y Pre Militar, entre otras disciplinas, no entendemos o no recordamos quién o cuándo fueron retirados del plan curricular, pues eran materias que de alguna forma garantizaban que los futuros ciudadanos por lo menos tuvieran concepciones de la moral, del respeto, del patriotismo, de buenos modales, entre otras virtudes que bien valdría retomarlas, a fin de contrarrestar en algo el vertiginoso avance y mal uso que hacemos de la tecnología y el conocimiento; sin embargo, para lograr en algo salir de esta quimera, en principio los responsables de las decisiones en ese sentido, deben ser idóneos que se amen a sí mismos, a su familia y al prójimo, solo así tendremos un país como soñaron nuestros antepasados, solo así tendremos aniversarios de la patria verdaderamente libre e independiente, y solo así para el bicentenario podamos entender y practicar como pensaba el poeta y dramaturgo francés Víctor Hugo: “No hay más que un poder: La conciencia al servicio de la justicia. No hay más que una gloria: El genio al servicio de la verdad”.