Sin lectura somos personas sin opinión

Si nos ubicamos en la línea de los principios que deben regir la vida de una sociedad  que anhela progreso, tenemos que comenzar por reflexionar cuánto de valor tiene inducir a los miembros de tal o cual  sociedad a ilustrarse mediante la lectura, contando para ello, con apoyo oficial mediante  el funcionamiento de bibliotecas en ciudades y colegios, con  material de lectura cuyo contenido consigne además de alto nivel cultural, también lectura recreativa.

No es exagerado determinar que una sociedad sin lectura está condenada a barbarizarse ideológica, personal y espiritualmente; y con ello a perder su libertad. Hay que determinar que el libro como texto de papel, tiene una relación íntima y hasta amorosa con el lector. Sin duda es importante leer pues hay que tener en cuenta lo bien que le hace al ser humano, mejor dicho a la humanidad entera la existencia del libro y el hábito de la lectura.

Dicho tema ocupa hoy nuestra atención, porque es deplorable comprobar que cada día son menos los que practican el arte de leer, esos que no leen,  no saben el placer que se pierde una sociedad sin literatura o que ha sido relegada al igual que ciertos vicios inconfesables a los márgenes de una vida social convertida poco menos que un culto sectario condenado a barbarizarse espiritualmente comprometiendo su libertad.

Indudablemente leer buenos libros es lograr cultura, ganar conocimientos y mucho de sabiduría. La recreación que procuran los libros  solo puede ser igualada con el placer que siente una feliz pareja cuando nace su primer retoño; y en el caso de quienes practican el arte de escribir, cuando su creación literaria se convierte por arte y fuerza de su contenido en lectura obligada para niños, jóvenes y mayores, así como para estratos de diversos niveles culturales.