¿Quién invade a quién?

El crecimiento de la población avanza a ritmo acelerado. Esa es la percepción que tenemos por el aumento de invasiones de terrenos para obtener un lote de vivienda, en el aumento de las creaciones de colegios desde inicial hasta secundaria, en el aumento de los desocupados, en la aparición de puntos informales de comercialización de pequeños productos, etc.
Son indicadores que nos dan señales de que la población aumenta imparable en la ciudad de Iquitos, y en las capitales de provincias, de distritos y en los pueblos de Loreto, sucede algo similar. Esto en primer orden nos hace pensar que la planificación familiar no está dando resultados positivos.
En ese sentido, entendemos que planificar la familia es acordar cuántos hijos tener y que el número escogido va de acuerdo a las posibilidades económicas de manutención. Cuántos hijos debemos tener de tal manera que le garanticemos vivienda, alimentación, salud, educación, recreación, todo en el marco del amor y protección del padre y la madre.
Eso es lo ideal, pensando en la paternidad responsable, aunque existen otras situaciones sociales que con sus propias particularidades también están en la obligación de asumir bien la responsabilidad de la crianza, como por ejemplo en caso de adopciones, de tutorías, madres solteras, padres solteros, o algún familiar que por situaciones de la vida se hacen cargo de criar un menor no engendrado o que no es hijo (a) biológico.
Esa protección al menor de edad es la que aflora en situaciones como el de llevarlos a vivir en un lugar de riesgo, como en un buen número representan las invasiones de terrenos sean del Estado o de propiedad privada. Y lo crucial se presenta cuando son áreas de libre disponibilidad pero que no son aptas para ser habitadas por personas, ya que se exponen a muchos peligros.
Esto se refleja en la aparición de especies de lagartos en zonas no recomendadas para la habilitación de viviendas para familias, como viene sucediendo en los terrenos de Juan Del Cuadro, invadidos por la necesidad de lotes para construcción de casas.
Y ahí vamos con la pregunta ¿Quién invade a quién? Vemos que además de ingresar a propiedades privadas (nos guste o no nos guste están inscritas legalmente), estamos robándole el hábitat a muchas especies que no tienen otra opción que tratar de sobrevivir con extraños donde antes era su “casa”. Desde esa perspectiva estas especies son víctimas del abuso y desorden de los humanos.
Vemos también un desorden en cuanto a los terrenos porque también se entregan en propiedad privada espacios que dan a los ríos, quitándonos a todos el derecho de gozar de las orillas que nos brinda la naturaleza amazónica. Urge un reordenamiento para no quitar la poca vida animal, no ocupar zonas de riesgo, y que se cumpla firmemente con un crecimiento urbano planificado digno.