Urge preparación para congresistas.

Trajinando en la vía  del recuerdo periodístico nacional y regional,  de pronto nos topamos con el comentario que en su oportunidad hicimos sobre la propuesta aprista del año que se fue, propuesta aprista que sugería  la renovación casi total del Congreso, la           misma que podría decirse que si bien no podría considerarse como  la panacea que cure en definitiva la triste producción parlamentaria que exhibe el actual Congreso Nacional, por lo menos haría menos penosa la imagen congresal, cuyas falencias tanto políticas como morales, salvo honrosas excepciones, deja mucho que desear, debido al poco o ningún cuidado que ponen los líderes y responsables de toda la traílla partidaria, en seleccionar a quienes por mandato popular tendrán la responsabilidad de dar leyes para el mejor manejo del país en todos los  niveles de la vida cotidiana del Perú.

 

En comentario anterior, expusimos como un aporte para crear un congreso acorde con la importancia real del país, el exigir que cada candidato exhiba un título profesional o técnico, pero meditando sobre el tema retomamos la línea del debate y sugerimos que siendo mucha exigencia la exhibición de un título profesional, tal instancia podría  ser suplida por  un certificado  de instrucción que a futuros congresistas, entregaría un instituto creado por los partidos políticos para garantizar idoneidad y calidad  moral a quienes ocuparán los escaños de   los futuros congresos del país.

 

 

A esto debe añadirse la importancia de un sistema bicameral, para que no se sienta la ausencia congresal a la hora de decidir un cambio, a este respecto sería la Cámara de senadores quienes suplirían por un lapso muy pequeño al renovado congreso nacional, cuya cámara de senadores cumpliría una gestión que abarcaría todo la gestión gubernamental.

 

Dada la razón que obliga a los partidos a ser cuidadosos a la hora de designar candidatos al Congreso, estimamos que se precisa que los ciudadanos que aspiran a una curul hayan pasado por una academia o instituto que los ha tecnificado en los quehaceres de la actividad congresal y sobre todo en la gestión pública  especializada.

 

La idea no es descabellada ni cosa por el estilo, antes bien  el instituto o academia que forme  a los aspirantes en cuanto a lo que es el trabajo congresal,  contribuiría a elevar el nivel de productividad a favor de la población que los eligió. Sugerimos que los cursos duren unos 15 meses, tomando como base las fechas de las elecciones, para que el nuevo sistema de gobierno parlamentario sea quien dirima las estrategias a seguir en procura de un mejor gobierno nacional.

 

Terminamos señalando que tal academia podría funcionar con presupuesto prorrateado por todos las instituciones políticas (partidos, movimientos, organizaciones independientes y populares) teniendo  como profesores a ex congresistas que hayan destacado en su trabajo como congresistas.

 

Con esta forma de selección, consideramos que no se estaría violando a la constitución ni a la ley electoral, pues para ser candidato, lo único que sería añadido a los requisitos para ser congresista, sería la presentación de un certificado que garantice que el postulante al congreso, ha perfeccionado su capacidad de trabajo y ha logrado moderar su comportamiento. Además así quedará demostrado, lo que aseguró  un ciudadano en carta dirigida a un Diario de cobertura nacional,  «que la educación activa la conciencia e inocula la vergüenza frente a la corrupción y la desidia». Esperemos a ver qué  deciden los nuevos congresistas y el nuevo presidente nacional.