Piensas: ¿Por la vida? ¿Qué vida?

Fernando Herman Moberg Tobies
http://riendasciegas.wordpress.com
hmoberg@hotmail.com
@FernandoMobergT

 

Mariana corre desesperada, tenía que trabajar, los veinte soles que ganó atendien
do en una fiesta como mozo es para seguir ahorrando, está atemorizada, iba caminando desde el club Tenis hacia Los Ángeles cuando empezaron a seguirla en mitad del camino, no puede desperdiciar ni un sol, se saca los zapatos para intentar llegar más rápido a casa, un motocarro la persigue, tres personas con gorras no dejan de mirarla, se interponen en su camino, saltan deteniéndola, caen al suelo, Mariana grita, nadie sale a socorrerla, llora y nadie se apiada de su sufrimiento, la cargan hacia el motocarro, ponen un trapo en su boca, le quitan la ropa y ultrajan su cuerpo sin el mínimo remordimiento.
Los tres la violan sin preservativo, terminan su maldad dentro de ella, le quitan el celular, su cartera donde están los veinte soles de las cinco horas de su esfuerzo, la lanzan al piso fuera del motocarro. Mariana con la blusa rota, el pantalón sin botón y su dignidad burlada se levanta, camina llorando, le han quitado no solo algo que necesitaba con urgencia, sino han denigrado sus valores, reduciéndola a un objeto descartable sin poder de decisión, sin respeto, sin importancia.
Abre la puerta, la calle sigue en silencio, aún no amanece, nadie sale a recibirla en casa, su madre se encuentra hospitalizada por una golpiza que recibió de su propio padre que ahora está en la cárcel mientras sigue el proceso judicial. Se seca las lágrimas, se dirige hacia la ducha que todos comparten, abre la manija, cierra los ojos, siente como el agua llega desde su cabello hasta los pies, quisiera no solo limpiar su cuerpo, sino limpiar cada uno de sus recuerdos ahora contaminados; se da cuenta que está sangrando, alguna vez escuchó que cuando hay violación y se sangra no hay embarazo, porque los espermatozoides caerían con la sangre, la poca información que recibió la tranquiliza, calma un poco la preocupación de que pueda salir embarazada.
Se levanta y las imágenes de la madrugada son difíciles de desaparecer, prepara las empanadas para salir a vender, tiene que ir al hospital para comprar la medicina que su madre requiere para el tratamiento, vuelve a ducharse intentando bloquear todo sentimiento que pueda deprimirla, no hay tiempo, no hay dinero, no hay espacios para sentir el drama, lo negativo, el dolor, tiene que seguir adelante. Sube y baja de los colectivos, recibe palabras «piropos» que la quieren devolver a la escena de su humillación, pero bordea las situaciones con una sonrisa fingida, camina cruzando tres distritos, no le interesa el cansancio, tiene que vender todas las empanadas para que su madre pueda acceder a un poco más de vida.
Llega al hospital aún sin almorzar, no sabe cuánto será el total de la receta que le entregará el doctor. Deja su balde y fuente con el joven que cuida las motos quien aceptó sin hacerse problemas como lo hicieron las enfermeras cuando Mariana pidió el favor antes de ingresar al área de cuidados intensivos. Mira a su madre postrada en la misma camilla donde ya va más de una semana, un día antes de ser internada, cansada de las incansables noticias de que su esposo le era infiel, decidió ir hacia el bar que le mencionaban donde estaba con su amante bebiendo y demostrando descaradamente una deshonra a la familia que había constituido. Llegó al local, entró, le dijo que su relación terminaba en ese momento, él, cobarde, miserable, enfermo, completamente borracho, cogió una silla y le golpeó tres veces en la cabeza, dejándola inconsciente, al borde de la muerte.
Mariana se sienta al costado de la mujer que le dio la vida, agarra su mano fría y le besa, llora agotada, desconsolada, no comprende por qué están apareciendo estas situaciones, casi se queda sin madre y tendrá que dejar la universidad para trabajar por los medicamentos ya que el padre ahora para ellas no existe, la violaron tres desconocidos marchitando su autoestima, le robaron el celular a donde le llamaban para apoyar en eventos, y el dinero que era para un trabajo de la universidad desapareció con su integridad. Llora angustiada, suspira sacando todo lo reprimido en estos días, la madre despierta, acaricia su cabello, Mariana levanta rápidamente la cabeza, se pasa papel higiénico por el rostro limpiándose e intenta sonreír para no dar más preocupaciones.
Sentencian a seis años de cárcel a su padre que no podrá pasar pensión ya que no trabajará, dan de alta a su madre con el rostro desfigurado y algunas funciones del cuerpo inservibles, el ojo derecho tendrá el parpado caído todo el tiempo, por lo que solo puede ver por un lado, el brazo derecho ya no volverá a ser operativo, no hay movimiento, no llegan las señales del cerebro dañado, Mariana tendrá que cuidar de por vida a su madre, asearla, alimentarla, velar por ella.
Ya no puede asistir a clases en la universidad, hay días que no logra vender lo necesario en sus horas libres para cubrir los caros medicamentos que necesita su madre, se alimenta a las justas dos veces al día  pero empieza a notar que en vez de adelgazar su barriga crece, se cansa rápido y se marea. Llega a la farmacia, se quiebra, no alcanza el dinero para todas las medicinas, una señora que está comprando a su costado le pregunta porque llora, Mariana le resume su situación y con gran desprendimiento la señora responde que ella pagará su cuenta, que ese dinerito que tiene lo use para algo más que le pueda faltar, Mariana agradece con mucha gratitud, recibe su paquete y vuelve a la señorita que le atendió, le explica su malestar, cuando le preguntan si tuvo relaciones sexuales, se queda fría, no esperaba ese tipo de preguntas, no quisiera otra mala noticia, su silencio hace que la que le atiende le refiera que se haga una prueba de embarazo ya que sus síntomas apuntan a eso.
Todo el camino de regreso a casa, la duda le atormentaba, ahora en su sala sentada, mira a su madre recostada en la mecedora, ya no le interesa tener su título universitario, ya los sueños se vuelven lejanos, la responsabilidad que asumió sin pedir a sus cortos diecisiete años se vuelve resignación, hará lo que tenga que hacer para mantener viva a su madre así ella no se realice jamás; pero con un hijo el panorama se vuelve más complicado, mas exprimidor. Saca la prueba de embarazo que compró con el extra sobrado gracias al ángel que apareció, va hacia el baño, sigue las instrucciones, espera unos minutos y comprueba que en su vientre hay algo que le dejaron sus violadores.
La soledad ha cubierto cada espacio de su cuerpo y de su casa,  ya no puede correr a tomar una pastilla que podría ayudarla, su madre no puede trabajar y necesita cuidados como a un bebé en sus primeros años, su padre está en la cárcel y no puede exigirle que le ayude con dinero, le ofrecen trabajos con salarios explotadores, los medicamentos que necesita su madre supera dos sueldos mínimos, busca ayuda a en los municipios, recibe miserables víveres que no dan salud ni estabilidad, acudió a todas las iglesias donde solo le piden rezar para que dios le de tranquilidad, pero ella necesita dinero. Mariana toma le decisión de desprenderse de lo que crece en su interior, no puede ser sentimentalista, tiene que ser realista, madurar rápido, ser fuerte, aunque la idea de abortar la asusta y no lo aceptaría como opción por ningún motivo si es que no hubiese sido violada, y más aún en la situación en la que se encuentra, en donde ahora ella mantiene su hogar aún sin ser mayor de edad, y comprobando que los que a veces intentan prohibir algo no brindan el apoyo indispensable para sobrevivir en el sistema económico esclavizador y sectorizador, por lo que prosigue a concretar su decisión.
Mariana aborta con métodos caseros que le dijeron sus vecinos, se desangra rápidamente, se desmaya, su vecina que la estaba ayudando llama de inmediato a la ambulancia, van al hospital, la atienden, le limpian el vientre dañado, perdió el producto de la violación. Llega la policía con la fiscalía, toman sus datos, será trasladada a un penal de menores de edad, irá a la cárcel por intentar salvaguardar sus posibilidades en un sistema mezquino y absurdo, su madre será trasladada al asilo de ancianos, donde morirá lentamente, ya que los medicamentos que necesita no lo brinda el estado. Mariana no puede pagar abogados y será alejada de su progenitora, por la que luchaba, por la que trabajaba de madrugada, por la que dejó la universidad para cuidarla, por la que desdichadamente se esforzaba y acabó siendo violada, por la que intentó desprender el recuerdo de ultraje sólo para seguir cuidándola.