La insufrible soberbia

Por: José Álvarez Alonso

¡Qué frecuente es escuchar de tal o cual autoridad que se le subió el poder a la cabeza! La gente sencilla detesta a los soberbios, a los «creídos», a la gente que se considera más porque ocupa temporalmente un puesto público, gentuza que ya no conocen a sus viejos conocidos e incluso a los amigos, y se comportan de forma petulante e intolerante. «Se sobra», «se cree porque ahora tiene plata», comenta el pueblo. Bueno, en realidad, una persona que se comporta así cuando ocupa un puesto de poder está reflejando su escasa cultura, su baja calidad humana, su personalidad mediocre, su complejo de inferioridad. Ciertamente, a esos «sobrados» lo que los sobra es el cargo… La gente de mayor calidad humana, que es consciente de su valía personal, se hace más humilde cuando ocupa de pronto un puesto importante. Dicen que algunos de los más grandes hombres de la historia, desde Sócrates hasta Einstein, hacían gala de una gran humildad. Eso los hizo, definitivamente, mucho más grandes.

Los politiquillos de pacotilla que se suben a un cargo y se hinchan pomposos en su efímero puesto nos recuerdan a la rana de la fábula de Fedro, que se quiso igualar con el buey y comenzó a hincharse hasta que explotó. Don Miguel de Cervantes comentó al respecto: «Del conocerte saldrá el no hincharte como la rana que quiso igualarse con el buey». Efectivamente, cuanto más sabe el hombre sabio de su entorno y de sí mismo, más reconoce su ignorancia, y lo efímero de los honores y riquezas.

Decía Don Quijote: «Sábete Sancho, que no es un hombre más que otro, si no hace más que otro.» Yo me pregunto: ¿Y qué han hecho algunos de esos politiquerillos de pacotilla que pululan en nuestro medio para sentirse más que otros, sino han hecho más que cumplir, y bastante mal por cierto, con la tarea para la que fueron elegidos y por la que son bien pagados?

La sabiduría popular castellana resumió este síndrome de soberbia injustificada en un ‘soberbio’ refrán: «Si quieres conocer a juanillo, dale un carguillo». Efectivamente, creemos que conocemos a una persona hasta que la vemos ocupando un carguito o un puesto de poder, y ahí se desnuda en toda su grandeza, o bajeza, que de todo hay. Muchos pensarán al instante que más frecuente es descubrir la bajeza que la grandeza en personas que ocupan puestos importantes. Eso parece ser cierto en este ‘pueblo joven con plaza de armas’, en palabras de un arquitecto, que es ‘Iqts’. Por eso la sabiduría popular tiene otros varios refranes para este tipo de tipejos: «del piojo resucitado líbrenos el Señor», «no sirvas a quien sirvió ni pidas a quien pidió», y «la vaca no se acuerda de cuando fue ternera», en clara alusión a la soberbia y petulancia de quienes repentinamente adquieren algo de poder o riqueza.

También la sabiduría antigua hace muchas referencias a lo efímeros que son el poder y la fama. «Sic transit gloria mundi» (así pasa la gloria del mundo), decían ya los Romanos. El poeta andaluz Villaespesa lo resume en uno de sus más conocidos sonetos: «No envidies nunca la suerte / del que muy alto se eleva / cuanto más alta una torre / más pronto se viene a tierra.»

Todos conocemos a un montón de gente que un día se creyó alguien, y henchidos de soberbia desconocían hasta a los amigos… Y hoy no son nadie… Dulce venganza de una sociedad que no perdona la insufrible soberbia. Como decía una vez un amigo mío, a quien una vecina que se creía de clase superior le había insultado de ‘cholo’: «Señora, su carne va a apestar igualito o peor que la mía cuando se muera, qué se cree.»

Pecado capital

La tradición católica colocó a la soberbia como uno de los siete pecados capitales, aquéllos que si no son redimidos pueden conducir a la condenación del alma; o dicho de otro modo, aquéllos que «matan» de forma permanente la humanidad de la persona, su capacidad de amar, relacionarse, y compartir con otras personas, que es una de las aspiraciones máximas del cristiano. De soberbia pecó Lucifer, según la leyenda bíblica, que se creyó igual o superior a Dios.

Finiquitamos este rápido repaso de la sabiduría popular sobre la insufrible soberbia con una cita de la epopeya del maestro Alonso de Ercilla, la Araucana, que refleja en qué acaban a veces las hinchazones de soberbia de los que fatuamente creen que su gloria es eterna (cualquier parecido con la hinchazón de alguno de nuestros políticos locales es pura coincidencia); cabe recordar que Valdivia y sus hombres, a quienes hace referencia el poema, se envanecieron con una inicial victoria pero fueron finalmente derrotados, descuartizados y comidos por los bravos indios araucanos allá por el siglo XVI. Por si acaso, no estoy proponiendo el mismo trato para nuestros «hinchados» locales, que parece que no caben en su pellejo de pura soberbia; basta esperar a que se bajen del cargo y verán en qué acaban…

«El felice suceso, la vitoria,

la fama y posiciones que adquirían

los trujo a tal soberbia y vanagloria,

que en mil leguas diez hombres no cabían,

sin pasarles jamás por la memoria

que en siete pies de tierra al fin habían

de venir a caber sus hinchazones,

su gloria vana y vanas pretensiones».

Un comentario sobre “La insufrible soberbia

  1. En realidad la Soberbia si debe ser SUFRIBLE. Lo que ocurre es que protagonistas no se enteran aún de los efectos de lo que en alguna ocasión se denominaba el «Síndrome del Jefe». Afectación que se manifiesta en aquellas personas que repentinamente adquieren actitudes de Jefe y no precisamente las de decisiones sabias, si no todo lo contrario.
    Curiosamente el «Síndrome del Jefe» se manifiesta en aquellas personas que pasan a ocupar una responabilidad, y particularmente un cargo (sea éste en la administración pública o en entidades privadas).
    Resulta gracioso observar el comportamiento de estos terrenales individuos, que pasan de las posiciones más sencillas (cuando no tienen cargos) al nivel excelso de considerarse un Dios en cuyas manos se decide muchas veces hasta el destino de los subalternos (léase «podrían hasta despedir a trabajadores porque sencillamente son Jefes»)
    De esta especie animal (alguien escribió: «..con el perdón de los animales…», los verdaderos que son más nobles), se conocen innumerables acciones abusivas. No vamos a mencionarlas porque todos de alguna manera u otra se han cruzado en su camino con estos representantes de un nivel inferior en la escala humana (en realidad en esta etapa son humanoides, no responsables de sus actos…para intentar encontrar una justificación).
    Pero lo mas gracioso aún es que cuando ya se les pasa el efecto (es decir cuando ya no son Jefes por cualquier razón, o sencillamente porque los «botaron»)….entran en una fase de recuperación de su condición humana… y entonces comienzan a tratar de convivir con los que antes ni el saludo contestaban.

    Siempre me puse a pensar si en efecto esta es una condición natural de la raza humana?

    Pero en mi fuero interno hay una voz que me dice: NO, esa no es una condición natural. SOLO ES UNA DISCULPA PARA JUSTIFICAR PORQUE LA GENTE SE COMPORTA DE MANERA ABUSIVA E IRRACIONAL.

    Y como alude Pepe Alvarez respecto a la soberbia, ésta ahora pasará a estar de moda o en evidencia con el proceso electoral que se nos avecina.

    En consecuencia, hay que estar preparados no solo para el ruido (que ahora se intensificará ostensiblemente y con la anuencia de las autoridades), si no también para los espectáculos bastante educativos que nos proporcionarán los señores candidatos en las futuras y sufribles (estas si) elecciones.

Los comentarios están cerrados.