Favoritismo

Ya no se puede creer ni confiar en nadie, decía un anciano al ver el comportamiento de sus nietos, que decían una cosa y actuaban al revés. Algo similar ha sucedido en los fueros del sindicato de los administrativos del sector educación, donde sus principales dirigentes parece lo dirigen como ordenan en sus casas.

De un solo plumazo, una señorita, hija de una dirigente del poderoso sindicato, ha sido contratada en una plaza, sin contar con los mínimos requisitos y sin la experiencia exigida. De la noche a la mañana, la señorita ya tiene trabajo, gracias a su mamá y claro, gracias a la máxima dirigente de esa institución, la combativa Marisol del Águila, quien no tiene reparo alguno en enterrarse viva en protesta a la ley de servicio civil.

Ahora ya sabemos el por qué de su rechazo a una ley que busca implementar la eficiencia de los servidores públicos y así elevar la eficacia en la atención a la población.

Mientras por un lado se hace bulla y alharaca con paros, plantones y huelgas, exigiendo se respete sus derechos  adquiridos, por debajo de la mesa, previo conversado, se favorece con un puesto que debería ser convocado públicamente, a la más cercana familiar de Doylith Mori Pezo, su hija.

Se puede decir entonces que los dirigentes de las instituciones públicas son personas que verdaderamente luchan por los intereses de sus gremios o son de las que se mantienen en el puesto para satisfacer sus conveniencias personales y de sus amistades, aprovechándose del cargo.

Llenarse la boca con cuestionamientos y adjetivaciones sumamente serias, a veces puede caer en la misma cara de quien las dice. En esto no solamente es suficiente ser la mujer del César, sino también parecerlo.