Estamos seguros que no estamos viviendo en el mejor de los mundos. Aquí campea la desnutrición, la falta de trabajo, la pobreza y la miseria se sirven en la misma mesa, la prostitución en las calles aumenta día a día, la prensa española exhibe a Iquitos como un prostíbulo, las autoridades devuelven millones de soles al centralismo como si nos sobrara el dinero, como si el dengue no fuera tan temible para valernos de todas las armas químicas para erradicarlo.
Estos absurdos a todos nos duele, menos a aquéllos que teniendo en sus manos la autoridad para disponer de la mejor forma de los dineros públicos en provecho de las grandes mayorías, se escudan en dispositivos que siguen al pie de la letra para zafar cuerpo y evadir responsabilidades.
Nuestro propósito es revolver cimientos donde se encuentran enterradas las iniciativas de las personas, para que emerjan cuando la necesidad y la gravedad de la situación tenga los méritos suficientes como para poner el pecho y hacer lo que más conviene a la región o a la ciudad.
El caso de la devolución de fondos al tesoro público, casi tres millones de soles, mientras el dengue hacía estragos en la población, es realmente absurdo e infeliz.
Esperamos mucho más de los directores regionales, de los alcaldes, de quienes tienen la enorme responsabilidad de conducir al pueblo por el bienestar general. Loreto no necesita de gente cerrada, sino de amplio criterio y, más que todo, de sentido común.
Por eso, sinceramente, no vemos un panorama halagador, de promisión. No se vislumbra a lo lejos, menos aún cerca, una luz que anuncie una guía, un norte a seguir a través de los años que sea la construcción de un Loreto mejor. Pero como reza el decir popular «la esperanza es lo último que se pierde», aún confiamos en que algún día será.