EL VIEJO MUNICIPIO

Por: Arqº  Alberto Ríos

 

 

No basta que la mujer del César sea honesta, también tiene que parecerlo. Este viejo proverbio es también análogamente aplicable a la arquitectura. Los edificios no sólo deben ser seguros, también tienen que parecerlo.

 

El parcialmente demolido edificio del antiguo Municipio de Maynas en la Plaza de Armas, en efecto, vibraba, causando  una sensación de inseguridad en los asistentes a la sala de reuniones de su tercer nivel. Esta vibración era normal por la naturaleza de los elementos constructivos de sus entrepisos, compuestos de viguetas de rieles de acero y bovedillas de concreto armado típicos en los edificios de la época del caucho, estructura muy resistente,   como que así se comportó durante décadas. Sin embargo, durante la construcción del hotel colindante se comprobó que este antiguo edificio sólo tenía cimientos de ladrillo, lo que obligó a la empresa constructora a reforzarlos en su lindero compartido con calzaduras de concreto para evitar daños a la nueva edificación.

 

La administración municipal de aquel entonces solicitó un peritaje a Defensa Civil y ésta lo declaró inhabitable. Era lo que esperaba para edificar una nueva sede municipal remodelando un antiguo depósito en la Plaza Sargento Lores, espacio de segunda importancia urbana. Este edificio resultó ser  un hacinado laberinto disfuncional,  y de una expresión donde la multiplicidad de formas, temas y colores compiten sin conformar un diseño unitario.

 

El antiguo edificio municipal nunca mereció la calificación de Monumento Histórico, categoría que se otorga a los inmuebles ya sea por su calidad estética y/o por su importancia histórica. Estéticamente no tenía ningún valor y su importancia histórica nunca pasó la de ser sede de las sucesivas administraciones municipales. Los que si fueron declarados patrimonio histórico de la ciudad fueron los dos murales pintados por César Calvo de Araujo ubicados en el salón del tercer nivel y que tras accidentado rescate hoy están malamente depositados en el parque zonal.

 

¿Ameritaba conservar este edificio?, ¿Se le pudo reforzar?, ¿estaba realmente en peligro de inminente colapso?, son algunas incógnitas que nunca fueron aclaradas. Si su colapso era declarado inminente, la administración municipal en funciones estaba en la obligación de demolerlo inmediatamente sin solicitar autorización alguna al Instituto Nacional de Cultura, pues si se producían daños a propiedades o personas estos serían de su total responsabilidad.

 

La sede de la Municipalidad Provincial de Maynas es la primera casa de la ciudad y su lugar es la Plaza de Armas, su principal espacio urbano. Estos palacios municipales son edificios emblemáticos de fácil identificación,  constituyen íconos de las ciudades y un timbre de orgullo de sus vecinos.

 

Por la magnitud del espacio disponible, el nuevo Palacio Municipal debe albergar sólo los despachos del alcalde, del gerente, del asesor legal, los órganos de línea, las oficinas de los regidores y el Gran Salón de Honor de la Ciudad. La tecnología moderna permite que las demás dependencias puedan funcionar en otros locales. El espacio es insuficiente para el funcionamiento de un teatro por la cantidad y complejidad de ambientes y servicios que demanda este uso.

 

 

Al final de su gestión, la anterior administración municipal exhibió una gigantografía en el edificio antiguo a medio demoler  en donde se mostraba una fachada que pretendía ser la del nuevo Palacio Municipal, que no por ser íntegramente de cristal  dejaba de ser una pobre y defectuosa composición donde se omitía el típico e infaltable balcón municipal, elemento cultural presente  en toda Iberoamérica e imprescindible para la presentación de personalidades y la realización de los cabildos abiertos. Ha trascendido que esta fachada la encargó el alcalde porque la había visto en algún lugar y «le gustó», evidentemente nadie le dijo que la ciudad no era su chacra, que él sólo era un funcionario transitorio, pasajero y efímero y que su deber era convocar a los técnicos e instituciones más calificados para pronunciarse y orientar las acciones conducentes a fin de que la ciudad cuente con un palacio municipal de la más alta calidad.

 

En lo que sí acertó esa administración fue en señalar que no se podía hablar de un contexto arquitectónico del  Iquitos antiguo en la Plaza de Armas pues ahí coexisten 23 edificaciones, cada una con un estilo diferente. En este espacio urbano  el  contexto arquitectónico es la diversidad por lo que cualquier nueva edificación deberá lucir una fachada estéticamente bien compuesta, con una expresión de sutil reminiscencia cultural, de la misma altura de sus colindantes y con elementos que la relacionen con estos.

 

Ha trascendido que el Instituto Nacional de Cultura exigiría que el nuevo Palacio Municipal renuncie al derecho de tener la altura de su edificio original y se reduzca a la misma altura  de la casa Fitzcarrald colindante, un despropósito insustentable, pues privaría a la nueva sede de los espacios y servicios mínimos para su apropiado funcionamiento, además de minimizar su importancia y presencia urbana.

 

Lejos están los tiempos en que ese Instituto contaba con renombrados arquitectos como José García Bryce, Luis Miró Quesada y otros de elevada calidad profesional, alto nivel cultural, gran ilustración y superior criterio. Lamentablemente, con excepciones, hoy existen  funcionarios incompetentes que a falta de criterio se empecinan torpemente en imponer reglamentos inaplicables con mentalidad de policías de tránsito. Basta recordar cómo aprobaron la aberración del Cristo de García, rechazado por el Colegio de Arquitectos del Perú. Es por esta razón que el proyecto del Nuevo Palacio Municipal de la Ciudad de Iquitos debe ser motivo de un concurso arquitectónico a nivel nacional organizado por el Consejo Nacional de este Colegio profesional convocando a sus mejores cuadros a fin de asegurar la más alta calidad que ésta y toda ciudad se merece. Lo que ésta y ninguna ciudad se merece es exhibir en su Plaza de Armas por tanto tiempo una ruina a medio demoler y sin un cerco presentable.