El pecado de la Iglesia

  • Polémicas declaraciones de un jerarca católico sobre la coyuntura electoral:

Por: Adolfo Ramírez del Aguila.
arda1982@yahoo.com

 

Una misa ordinaria de Domingo de Resurrección, fue el escenario de una polémica homilía que destapó viejos debates sobre la relación entre Estado e Iglesia. Esta vez el protagonista fue el monseñor Javier del Río, arzobispo de Arequipa, quien en plena misa dijo lo siguiente: «Hay candidatos a la presidencia de la república que han dicho abiertamente, como Alfredo Barnechea y Verónika Mendoza, que están favor del aborto y del matrimonio gay. Un católico no puede votar por esos candidatos, ¡es pecado!»
Y como era de esperarse, las reacciones se dieron de ambos bandos: a favor y en contra. En las redes sociales, esa especie de nuevo foro político digitalizado, los católicos apristas, keikistas y pepecistas apoyaron las declaraciones de monseñor del Río, pues va en consonancia con la Doctrina Social de la Iglesia, en especial la sustentada por el papa Juan Pablo II que en su encíclica Evangeliun Vitae (EV) dice a la letra: «Cuando una mayoría parlamentaria o social decreta la legitimidad de la eliminación de la vida aún no nacida, inclusive con ciertas condiciones ¿acaso no adopta una decisión tiránica respecto al ser humano más débil e indefenso?» (EV, 70)
Del otro bando, católicos y no católicos mostraron (me incluyo) su total rechazo a esta especie de burda injerencia de los pastores católicos en el proceso electoral, mostrando sus preferencias políticas y tratando de influir en el nada despreciable porcentaje mayoritario de electores peruanos que abiertamente dicen ser católicos. En esta posición, otro pastor, monseñor Luis Bambarén, Obispo Emérito de Chimbote, dijo que: «…Nunca votaría por Keiko Fujimori», completándose la temida polarización promovida increíblemente por nuestros propios líderes religiosos metidos en la campaña electoral.
Ante este panorama conflictivo, la Conferencia Episcopal Peruana (un órgano colegiado de los obispos del Perú), tuvo que salir a mostrar su preocupación por este incidente político-religioso. Mediante un comunicado oficial, los obispos lamentaron el incidente por las declaraciones poco afortunadas de dos de sus hermanos del episcopado; aprovecharon para aclarar, que respetan a cada elector peruano en la libertad de hacer prevalecer su voto ciudadano.
Los candidatos «pecadores» (según monseñor Javier), Verónika Mendoza y Alfredo Barnechea naturalmente rechazaron las declaraciones del controvertido prelado hechas en pleno Domingo de Pascua de Resurrección. Muchos analistas comentaron, que ni el propio cardenal Juan Luis Cipriani (conocido por sus polémicas preferencias políticas) se atrevió a tanto. Aunque usted no lo crea,  Cipriani llamó a la mesura y a la calma a los dos obispos que habían mostrado abiertamente sus preferencias electorales por negación: Del Río en contra de Verónika y Barnechea y; Bambarén en contra de Keiko.
Valga la aclaración, cualquier sacerdote, religioso, religiosa, obispo o cardenal que es peruano de nacimiento y poseen su DNI en regla, participa como ciudadano en cualquier escrutinio electoral programado en nuestro país. Solo los sacerdotes extranjeros no pueden ejercer ese derecho, salvo que se nacionalicen. En los predios eclesiales entonces, se da el santo debate electoral, solo que en esta vez, un arzobispo utilizó el pulpito eclesial para mostrar abiertamente su preferencia electoral, he allí el acto que desató esta nueva crisis electoral a una semana del escrutinio.
Y claro, el incidente fue aprovechado para pedir cuentas a los jerarcas católicos sobre la subvención económica («propina» según el cardenal Cipriani) que reciben del Estado por sus servicios pastorales a la nación. Efectivamente, según un Acuerdo entre la Santa Sede y la República del Perú, firmada el año de 1980, casi al final del gobierno militar del general Morales Bermúdez, el Estado «en reconocimiento a la importante función ejercida en la formación histórica, cultural y moral del país» da a la iglesia la colaboración conveniente para la mejor realización de su servicio a la comunidad nacional. (Artículo 1)
Por fuentes consultadas al mismo Arzobispado de Lima, según este acuerdo bilateral,  un arzobispo debería de recibir el sueldo equiparado a un ministro de Estado (S/ 30,000 actualmente) pero que se desechó esa propuesta muy legal y solo reciben una subvención neta de S/ 1329 (sin descuento tributario de ningún tipo). Eso es lo que recibe mensualmente el arzobispo que hizo la polémica declaración en contra de Verónika y Barnechea y por lo tanto: ¿está obligado a mantener un mínimo de neutralidad frente al proceso electoral? ¿Estaría un arzobispo en la condición de empleado público? Porque valgan verdades, gana un sueldo de maestro por lo menos; y los maestros no podemos hacer proselitismo político en nuestras aulas, está penado. Si un alumno grabaría tal violación de la ley, nos esperara mínimamente un proceso administrativo.
Bueno, personalmente pienso que en esta nueva era Panchito, nuestra Iglesia debe de revisar estos concordatos y acuerdos que privilegian nuestra condición de religión oficial del Estado peruano; lo mejor sería anularlos, para tener mayor libertad de decir proféticamente lo que sentimos, lo que creemos, lo que celebramos, sin ninguna paga que nos ate a una jurisprudencia, separando por fin la Iglesia del Estado.
Rogamos al Señor resucitado, que cada día nos inspire con su espíritu transformador, para ir construyendo una Iglesia pobre, despojada de sus privilegios y beneficios, para hacer posible una entrega más radical al reino de justicia paz, amor y misericordia. Amén.