El covid y la salud mental

A las enfermedades reconocidas clínicamente se suma una tristeza con causas muy objetivas que afecta a gran parte de la población
Las consecuencias, a medio y largo plazo, del covid-19 todavía están por definir y valorar científicamente. Se extienden desde las secuelas físicas de muy diversa índole, algunas de las cuales solo por ahora solo se intuyen, a las psíquicas, un terreno hoy por hoy desconocido pero que ya empieza a crear inquietud en la comunidad científica. A estas alturas, se calcula que un 30% de la población sufre algún trastorno mental, mientras que un 60% de las visitas a los Centros de Atención Primaria responden a esta problemática, un 20% más que en una situación normal.
Se considera que la depresión se ha triplicado en este año y que la ansiedad se ha multiplicado por cuatro. La alteración de la salud mental afecta a cualquier tipo de segmento poblacional, pero tiene más incidencia en aquellos que sufren de manera directa el impacto de la pandemia, desde los doctores hasta la tercera edad, desde los que han perdido su puesto de trabajo hasta los que ven peligrar la estabilidad familiar por la crisis económica, pasando por los menores y adolescentes que ya que sufren trastornos emocionales, de conducta alimentaria o de hiperactividad.
No vivimos un paréntesis en nuestras vidas sino que se trata de un periodo disruptivo de larga duración que va a hacer mella en nuestra conciencia, individual y colectiva. Afrontar la realidad sin tapujos y buscar apoyo emocional es una manera de hacerle frente. Sin olvidar la importancia que tiene que, más allá de la gestión de nuestros sentimientos, las muy reales incertidumbres puedan empezar a despejarse. Y que no se creen otras más con improvisaciones y mensajes contradictorios y desconcertantes por parte de quienes tienen que administrar una crisis de tanto calado.