Cumbre a la vista

La gran expectativa es que mejoraría la imagen del país frente a los inversionistas extranjeros y una de las opiniones autorizadas lo dice así, como el presidente de la Cámara de Comercio de Lima, Mario Mongilardi, al aproximarse la realización de la VIII Cumbre de las Américas del 13 al 14 de abril en Lima.
Considera que en un mediano plazo post cumbre puede impactar en los niveles de inversión privada en el país. Aunque esto seguro está sujeto a la estabilidad política de gobernabilidad que se vaya generando, porque las noticias de lo que pasa en el “congreso” ya han dado la vuelta al mundo, y la vergüenza ajena, también.
Si bien no somos el único país en el mundo donde los actos de corrupción de los gobernantes de turno, sea sistema democrático o dictatorial, es una constante y ha cubierto casi todas sus instancias, al punto que tienen a la ciudadanía paralizada en nombre de la ley que no respetan; es evidente que la modalidad peruana es “putrefacta”, donde además se ha faltado más que el respeto a la institucionalidad.
“Vamos a mostrar a la región y al mundo que lo que quiere el país es institucionalidad. Que hemos pasado por una etapa difícil pero que se superó respetando los lineamientos institucionales”, es lo que ha dicho Mongilardi a través de la Agencia Andina de Noticias.
Es necesario ser optimista, aunque se deben observar los pasos que nos lleven a ese respeto a la institucionalidad, pero así como vamos de revelación en revelación y de acciones lentas, ojalá no nademos tanto para luego morir en la playa. Sería desastroso para el país en su totalidad. Aunque la ciudadanía organizada sería la última carta que nos juguemos en base a lo normado en el sistema democrático. Que corran las firmas.
En la cumbre, para el presidente de la Cámara de Comercio de Lima el mejor mensaje a los inversionistas será que “los proyectos en el Perú siguen adelante. Que la vacancia presidencial no ha sido elemento que ha detenido nuestro crecimiento y optimismo”.
Y tiene toda la razón, sin embargo el tema de gobernabilidad no marca un antes y un después con la vacancia, porque lo que seguimos presenciando desde el poder legislativo es un mensaje de cómo se gobierna “antidemocráticamente” con la fachada de legales perturbando la credibilidad del mejor intencionado mandatario de la Nación.
La lectura es que en la población de nuestro país se mantiene en una tensa calma. Nadie creemos desea un desborde ante el descontento, sin embargo urge un análisis político desde el Ejecutivo que le abra las puertas de decisiones audaces, para frenar el “tinterillaje parlamentario” que sí puede terminar por hartar al más calmado de los peruanos y peruanas.