Conocido por los loretanos antiguos y las nuevas generaciones como el «Hospital de los Pobres» porque hasta sus instalaciones concurren en busca de recuperar su salud las personas de escasos recursos. Triste realidad la del nosocomio, pues las distintas gestiones regionales le han hecho promesas de renovación tanto en equipamiento como en infraestructura, sin que hasta la fecha hayan cumplido.
Un aniversario más sí importa porque en ese marco desde el año pasado se venía programando el avance en los perfiles de pre y factibilidad para la construcción de la nueva infraestructura, a la fecha no hay novedades en el frente, pese a que se formó una comisión especial para impulsar el proyecto desde el corazón del Consejo Regional.
Actualmente, el nosocomio sostiene una deuda cercana a los 300 mil soles a proveedores. Los ingresos propios son cada vez más escasos, los médicos protestan (aunque un tanto silenciosos) como algunos pediatras y a un buen grupo de trabajadores CAS aún no les cumplen con su salario. El nosocomio ha incrementado personal, sin contar con el respaldo del pago ofrecido.
Y para colmo les donan equipos que no funcionan, como el Autoclave (esterilizador de equipos y ropa). ¿Fatalidad del destino? No. Incapacidad y aprovechamiento de las necesidades del hospital para gastar recursos públicos. Recursos que por tratarse de un hospital con tantas carencias deberían cuidarse al máximo.
Que en ese panorama de «cuidados intensivos» el mencionado hospital logre salir adelante en los próximos meses y años, que por fin alguien aquilate el importante rol que juega en la vida de los más necesitados, para que a la hora de programar recursos para su «salvación» estos no sean mezquinos teniendo en cuenta el mandato constitucional que el ser humano es el fin supremo de toda sociedad.
