Cuando los especialistas advirtieron la fragilidad de las zonas urbanas, de fenómenos como el Niño Costero, nadie dio la suficiente atención, principalmente las autoridades, para planificar las acciones de prevención como la clave para afrontar situaciones de peligro para la vida humana y las infraestructuras.
Este tipo de voces respecto al cambio climático y el comportamiento de la naturaleza, similar a lo que ocurrió en la costa de nuestro país, no se le están dando la atención que merece, ni por parte de las autoridades, mucho menos capta la atención de la población, y lo que es más sorprendente, de la propia población en mayor situación de riesgo.
Así tenemos referencia del cauce del río Amazonas, que antes pasaba por toda la ribera de Iquitos y que se desvió hacia más arriba con la ayuda de un dragado que como consecuencia hizo desaparecer a todo el poblado de Santa María, por ahí se podía llegar a través de una trocha, hasta la altura de la punta de Nanay.
Se sabe que el Amazonas en un tiempo todavía un tanto lejano, volverá a ingresar por algún tramo del río Itaya de Belén y rozará la margen izquierda, frente a nuestra ciudad capital de Loreto. Esto conllevaría a pérdidas humanas y materiales impredecibles. Pero, qué estamos haciendo para elaborar un plan de prevención.
Si bien en Defensa Civil tienen las pautas sobre cómo actuar frente a este tipo de eventos de la naturaleza, si lo tenemos todo claro mucho tiempo antes de que ello ocurra, permitirá que nos pongamos a salvo, y que estos desenlaces naturales que son una amenaza para los habitantes de esta zona, específicamente, sea manejado sin mayores perjuicios.
Ya es bastante que con lo ocurrido en la costa recientemente, nos hayan ridiculizado ante el mundo al señalarnos como una nación que no ha prevenido debidamente y comparándonos con otras realidades similares a la nuestra que con tiempo y trabajo planificado han afrontado sin mayores perjuicios “fenómenos” como el Niño Costero. Hasta un actor de talla mundial vinculado a labores humanitarias y de protección del medio ambiente, nos dio la especie de “jalón de orejas”.
Estamos frente a un escenario donde nada parece que va a ocurrir y quienes tienen la información, no se animarían a ponerlas en la mesa de conversaciones por ciertos temores a “generar pánico”. Nada de eso señores. Es el momento de sincerar los pronósticos y prepararnos con serenidad, profesionalismo y tecnicismo, a afrontarlos por la vida y tranquilidad de todos. Si la naturaleza hablara seguro nos pidiera entender sus señales, y actuar.