Pampachica

Solo en el recuerdo queda la apacible y acogedora laguna de Pampachica, no muy distante de las instalaciones de Los Bungalows,  adonde los muchachos del ayer iban a pasar un día de sol. Después, la playa que emergía a las orillas del río Nanay fue el destino de familias enteras que iban en busca de solaz y diversión.

 

El pasar de los años, la inmigración de la época del descubrimiento del petróleo, la avalancha de familias venidas del interior a la ciudad, determinó un rápido crecimiento de Iquitos.

 

En consecuencia, este tipo de sitios de diversión pública también sufrieron una gran concurrencia de todo tipo de gente, que poco a poco fue pasando por el cernidor a unos y otros, alejándose los de mejores condiciones económicas, a sitios más lejanos, de menor riesgo como Tipishca y Santa Rita.

 

En la playa de Pampachica la masiva presencia de personas de indeterminada opción sexual, jovencitas provenientes de los pueblos jóvenes y asentamientos humanos próximos y colegiales vaqueros con inclinaciones al alcoholismo y menor apego a los estudios, le signaron como ‘pampa gay’.

 

Ahora es un escenario sórdido, propio de malandrines, donde se han dado una serie de actos bochornosos y delictivos que van desde robos de prendas personales, hasta asaltos a mano armada y violaciones, como también, de paso, ejercicio de la prostitución y venta de licores de dudosa procedencia, lo que delata una inseguridad total.

 

Es por esos hechos que la policía, cada vez que llega la vaciante, realiza operativos para detectar posibles ilícitos, encontrándolos por cantidades, desde la captura de muchachos y jovencitas que lejos de asistir a sus clases escolares, prefieren ir a ‘pampa gay’, especialmente para ingerir bebidas alcohólicas que, sin ningún reparo, expenden bares de mala muerte y practicar sexo con sus compañeras, aumentando los niveles de madres solteras y embarazos no deseados, mientras los padres de familia creen a sus hijos en las aulas del colegio.

 

No deja de haber, por supuesto, muertes por ahogamiento, sea por descuido o por bañistas ebrios que no pueden responder a la fuerza de las aguas, así como por la falta de elementos de seguridad de las embarcaciones que transportan a los playeros.

 

Ir a la playa, menos aún a ‘pampa gay’, ya no es un placer, es exponerse a situaciones difíciles, de donde salir, puede que sea   a costa de la vida.