Leticia en el recuerdo para el Perú, nunca más una mutilación a nuestra patria

  • Por: Prof. César Juan Coral García. Dirigente regional y nacional del SUTEP.

El gobierno de Augusto Bernardino Leguía, conocido como el oncenio, fue uno de los gobiernos más entreguistas de nuestro territorio peruano a los países vecinos en su segundo mandato presidencial (1919-1930) sumido en una deuda económica y respondiendo a las pretensiones e intereses de los Estados Unidos, con el afán de compensar a Colombia ante la desmembración de su territorio al inventar la república de Panamá y así poder construir el famoso Canal de Panamá.
En un acto de traición y a espaldas del pueblo peruano y principalmente del pueblo loretano, entregó a Colombia 113,912 km2 del territorio nacional, para que así Colombia pueda salir soberanamente al Río Amazonas. Estos territorios abarcaban las cuencas de los ríos Caquetá y Putumayo más el llamado Trapecio Amazónico y dentro de ella se hallaba el pueblo de Leticia. El Tratado de Salomón- Lozano firmado en secreto por el Ministro de Relaciones Exteriores del Perú, Alberto Salomón y el Ministro de Relaciones Exteriores de Colombia, Favio Lozano el 24 de marzo de 1922 fue una actitud lesiva y de traición.
La gravedad del contenido de este documento hizo que se ocultara celosamente a la opinión pública, hasta que un congreso adicto a Augusto B. Leguía lo aprobó el 20 de noviembre de 1927; los únicos opositores fueron los representantes de Loreto. Senadores: Julio C. Arana, Julio Ego Aguirre y Pio Max Medina; y los Diputados: Santiago Arévalo, Toribio Rodríguez Mesías y Fermín Maka Santolaya.
El 19 de marzo de 1928 las ratificaciones del Tratado Salomón – Lozano fueron canjeadas en Bogotá, sellándose la entrega de los territorios mencionados el 17 de agosto de 1930; cuya acta de entrega de los territorios peruanos a Colombia se firmó en Iquitos por el coronel colombiano Luis Acevedo Torres y por el coronel peruano Temístocles Molina Derteano, quien tuvo que huir de la indignación del pueblo de Iquitos hacia Leticia.
Trece días después de la entrega de Leticia, el 30 de agosto 1930, se sublevó en Arequipa contra el gobierno de Leguía el Coronel Luis Miguel Sánchez Cerro, dando término a 11 años de autoritarismo de un gobierno entreguista.
Ante este hecho oscuro del tratado internacional y entreguista de Leguía, luego de un sin número de protestas, en la capital loretana se organiza la Junta Patriótica (27 agosto 1932), institución civil con el objetivo de desconocer el tratado y recuperar Leticia para el Perú. Reafirmando la gesta del levantamiento del Capitán Guillermo Cervantes (5 agosto 1921)
La Junta Patriótica contó con la aprobación y el respaldo de todo el pueblo loretano que estuvo liderada por ilustres personajes como don Manuel Ignacio Morey del Águila, Presidente. El Dr. Pedro A. Del Águila Hidalgo, Secretario, entre otros personajes ilustres de la época.
El 1 de setiembre de 1932 un contingente civil de 50 hombres armados con carabines Winchester, desde Caballococha, Pebas, Isla Yahuma e Iquitos dirigidos por Oscar Ordoñez de la Hazza y del jefe militar alférez Juan Francisco La Rosa Guevara (arequipeño, quien renunció previamente a su condición de militar para no comprometer a su Institución), tomaron por sorpresa el pueblo de Leticia al salir el alba.
El comandante colombiano de la guarnición de Leticia, Luis Acevedo Torres, sorprendido en plena madrugada, tuvo que entregar su espada en señal de rendición al Dr. Oscar Ordoñez. Las fuerzas civiles apresaron a la tropa colombiana y en una balsa prevista de víveres, los deportaron rumbo al territorio brasilero, aguas abajo por el Río Amazonas. Acto seguido arriaron la bandera colombiana e izaron el Pabellón Nacional y con el corazón lleno de alegría y orgullo cantaron el Himno Nacional del Perú.
La noticia colmó de júbilo y orgullo a la población de Iquitos y de Loreto en general, La Junta Patriótica exigió un pronunciamiento de respaldo a las Fuerzas Armadas del Nor- Oriente. El comando no solo apoyó la medida, sino que enviaron la cañonera “América” con voluntarios para respaldar y defender a los vencedores de Leticia.
La toma de Leticia para el Perú, fue un hecho de profundo amor a la patria realizado por la población civil de Loreto. Sin embargo, como lo ocurrido siempre en el Perú, el desconocimiento y la miopía de las autoridades, funcionarios y gobernantes condenaron y abandonaron la gesta heroica de la población loretana.
La cancillería colombiana apeló al derecho internacional sosteniendo que los acuerdos y tratados una vez firmados por las partes ya no se pueden desconocer por la voluntad unilateral.
Con esta acción heroica de los loretanos se gestó el conflicto con Colombia y el combate de Güepi y un 26 de marzo de 1933 se inmortalizaron el soldado Alfredo Vargas Guerra, Elías Soplin Vargas, el sargento Fernando Lores Tenazoa, entre muchos otros que ofrendaron su vida por nuestra patria chica, ante los cobardes que no supieron defender por la vía diplomática.
El 30 de abril de 1933 el presidente Luis Sánchez Cerro fue asesinado cuando pasaba revista las tropas que llegarían a Iquitos para la contingencia de guerra en la frontera con Colombia.
Ante este hecho de sangre el Congreso Constituyente eligió al Coronel Oscar Raimundo Benavides Larrea (héroe de la Pedrera junto a los mayores Pablo Rossel y Ramírez Hurtado) como Presidente del Perú para completar el periodo de gobierno de Sánchez Cerro.
Ante la actitud débil y enclenque de los diplomáticos peruanos ante la Liga de Naciones (antecesora de la ONU), el gobierno de Oscar R. Benavides hizo entrega por segunda vez del pueblo de Leticia a los colombianos el 01 de junio de 1934. Fue un gobierno que anuló la gesta de la Pedrera, convirtiéndose en un gobierno entreguista y de traición al pueblo de Loreto.
La acción realizada el 01 de setiembre por el pueblo de Loreto nos permite reafirmar nuestro compromiso y espíritu de lucha en defensa de nuestro territorio patrio, la organización del movimiento popular es clave, así también nuestra exigencia para solucionar los álgidos problemas que tienen que ver con el desarrollo de Loreto, exigimos una verdadera descentralización y contrarrestar el centralismo limeño y el centralismo Iquiteño.