Carentes de soluciones

Cada vez más se hace necesario que se realice un análisis de nuestra realidad social actual y socializarlo con todas las instituciones públicas, privadas y de otra índole, a fin de encontrar salidas a diversas problemáticas que amenazan con volver ingobernable este pequeño y grande mundo en que vivimos.
Solo hagamos un repaso a algunas de las acciones violentas registradas durante la presente semana y tenemos una variedad de hechos tanto en la ciudad como en la zona rural y con distintos protagonistas, y cuyas motivaciones también dan lugar a repensar en el origen de las mismas.
Así, hemos visto que nuevamente las invasiones de terrenos enfrentan a pobladores, propietarios (posesionarios) y autoridades, mientras que los primeros aducen que los terrenos no tienen título de propiedad, los presuntos dueños dicen lo contrario y la autoridad dice que no avalarán a estas personas para trámites de formalización.
¿Quién tiene la razón? Si bien esto podría pasar a un tema judicial como la mayoría de invasiones de terrenos en los alrededores de la ciudad de Iquitos y de modo especial en la jurisdicción del distrito de San Juan Bautista, es importante también que se sincere la condición de muchas áreas en la denominada comunidad campesina que solo es de nombre porque ya es parte de la urbe.
También esta semana un grupo de pobladores que no aclaró la motivación de su accionar en la zona de la comunidad nativa Saramurillo, a orillas del río Marañón, retuvieron un convoy de embarcaciones que prestan servicios a Petroperú, y para dejarlos seguir navegando pidieron a cambio una dotación de combustible cuya cantidad no fue precisada.
¿Qué es esto? Acaso la piratería en las aguas de la Amazonía está encontrando una forma de aceptación. Como también ocurre cuando se rompe la tubería del Oleoducto Nor Peruano a propósito y nos estamos acostumbrando a verlo con normalidad. Esta forma de violencia que se suma a la otra que es la de permitir que este ducto también se rompa por la corrosión. En ambos casos ocasiona contaminación y poco se ha hecho para remediar.
En otro escenario, también nos hemos acostumbrado a que grupos de obreros contratados por empresas que ejecutan obras, sean denunciados por falta de pagos y como si no hubiera normas legales para que esto no ocurra, los afectados realizan protestas callejeras alterando la tranquilidad de los vecinos. Bueno, es una forma de llamar la atención.
Y como si todo esto fuera poco para nuestra dolida sociedad, los casos de violencia intrafamiliar siguen ocurriendo, se continúa tomando conocimiento e interviniendo a hombres en su mayoría que agreden a sus parejas, hijos y hasta ancianos padres y madres. Todo esto es muy doloroso.
Pero, duele aún más que no seamos capaces de encontrar el camino que haga que estos hechos disminuyan, que hagamos que los entes reguladores de la inconducta puedan hacer efecto y tener una vida social armónica, sin elevados índices de violencia. Si justamente la ley, las normas, los reglamentos están para regular los excesos y no sucede. Simplemente estamos fallando. Por tanto, tenemos que analizar para encontrar soluciones lo más pronto.