Vulnerables del río

Lo dijimos en otras oportunidades porque ya sucedieron accidentes con pérdidas materiales y de vidas, pero parece a nadie interesarles, quizá porque se trata de gente humilde que utilizan las pequeñas embarcaciones conocidas como «botes motores» y también están los «peque peques». Estos son los vulnerables del río.
Les pasa de todo, pero, no pasa nada. Ninguna instancia sale en su defensa, ni la Defensoría del Pueblo, ni el Frente de Defensa de Loreto que cuando convocaba sus paros regionales les pedían que no traigan productos para abastecer mercados, digamos como algo anecdótico. Tampoco a algún fiscal de turno se le conmovió el corazón para investigar, por qué tanta indiferencia.
Esto como un preámbulo por lo que le acaba de suceder a un productor, a un campesino que venía en bote cargando unos 100 sacos de carbón que iba a comercializar en Iquitos. Para su desgracia pasaron cerca tres deslizadores a una velocidad que entendemos debe ser no permitida en ciertos sectores del río o cuando vean justamente a embarcaciones menores.
La cercanía de los deslizadores, la velocidad con que se conducían y el movimiento del río con grandes olas que producían, hizo que la pequeña embarcación se volteara perdiendo la mayor cantidad, o casi todos sus sacos de carbón, producto de varias jornadas de duro trabajo. «El campesino no pensó en ese instante en su producto, sino, en agradecerle a Dios de no haber cedido a que vinieran con él sus menores hijos. La historia podría ser hoy una tragedia.
Claro que aquí también salta un detalle importante de la navegación que es el uso obligado del chaleco salvavidas en todas las embarcaciones, desde las pequeñas, medianas y grandes. Como que también la Capitanía de Puerto regule el tránsito fluvial que debe estar normado, respecto a las velocidades de navegación y la consideración entre una nave y otra; como que ya se ven en algunos deslizadores que bajan la velocidad cuando pasan cerca de una embarcación que pueden afectar.
Como era de esperarse, el campesino afectado ha pedido a las autoridades que evalúen estas situaciones y tomen decisiones para evitar más personas afectadas.
Los deslizadores y otras embarcaciones con potentes motores no tienen derecho a creerse los dueños del río y conducir sus naves fluviales como les dé la gana, sin respetar a nadie; y que de una vez la Oficina Regional de Transporte Fluvial haga sentir que existe, o en todo caso el ente superior brinde las condiciones para que desempeñen su función con eficiencia y dote de humanidad.