Cuando los ambientalistas unos 20 años atrás nos decían que el cambio climático está cerca y que sus efectos todavía no son percibidos en su real magnitud, pero que ya se estaban asomando, nos producía una sensación de película de ficción y hasta argumentos de trasnochados estudiosos, aun siendo sus argumentos de gran valía.
Es que la negación a lo que se viene es parte de nuestra humanidad, en tanto y en cuanto no hayamos interiorizado las consecuencias de un cambio que no solamente afectarán nuestras sensaciones de frío o calor, sino que influirá en el desarrollo de todo ser vivo sobre la tierra.
En nuestra realidad climática en los meses de julio se solía decir «estamos sudando a chorros», pero ayer después del medio día vientos fríos, semejantes a una ráfaga de helada nos obligó a sacar las chompas que antes sólo se usaban unos días de junio, conocido como el frío de San Juan. Y en las próximas horas será más percibido el friaje, según el Senamhi.
El verano se nos hizo frío, y las playas están desoladas. Los bañistas ahora se acurrucan bajo mosquiteros o frazadas que calientan la piel, siendo el mes de julio, es de no creer. Muchos extrañamos esos días de sol abrazador, no de un sol torturador como el de ahora. Ese es el otro extremo del cambio climático.
Todos y todas tenemos una gran responsabilidad sobre la vida presente y futura sobre esta tierra bendita que con sus bruscos y agitados cambios pareciera sacudirnos para despertar y actuar a favor de la defensa del Planeta. Quiénes se apuntan ¿?