Un año después

La disciplina es una práctica que está asociada a resultados exitosos en diversos campos de la vida y estamos evidenciando como habitantes de la región más grande del Perú, que esa conducta no es nuestro fuerte, así como en otras ciudades del país en general.
Hemos entrado o estamos entrando a una “segunda ola de contagios” y por si fuera poco con una nueva cepa originada en Manaos, ciudad capital de la zona amazónica del vecino país del Brasil, donde lamentablemente dos médicos que estudiaron en la Unap y trabajaban hace muchos años por allá, han fallecido la semana pasada por causa del Covid-19.
Se ha conocido las últimas horas que también otros peruanos que radican por allá se encuentran en estado crítico y vaya nuestras oraciones para ellos y todos los que en estos momentos vienen luchando por salvar sus vidas, ante la angustia y sentido de culpabilidad de algunos familiares.
Así un año después, el virus este fin de semana ha seguido arrancándonos lágrimas con la partida de conocidos y seres cercanos a nuestro círculo familiar. Vimos lamentos y escuchamos lamentos de hijos e hijas que salieron a celebrar el año nuevo y después de quince días vinieron los síntomas de la enfermedad, contagiando a otros más vulnerables.
Esa es parte de nuestra indisciplina, empujada por ese deseo de celebrar o hacer diversas reuniones sin hacer caso de las recomendaciones de los especialistas del sector Salud, quienes impotentes solo atinan a protegerse lo más que puedan, ya que el juramento de salvar vidas les remueve la conciencia. ¿Y sus propias vidas? Importa a los indisciplinados, acaso.
En el peor de los casos si no se puede hacer una auto-cuarentena y se tiene que salir de la casa, tenemos que cumplir en todo momento con el uso de las mascarillas, el lavado constante de manos, el uso del alcohol, así como la distancia mínima de un metro, pero, la indisciplina nos gana, como si la propia vida y la de los demás, no valiera el esfuerzo.
Varios países europeos y la parte norte y sur de América, estamos experimentando la segunda ola del Covid-19. Y nos hemos preguntado qué es de la ciudad donde se originó este virus, sí, nos referimos a la ciudad china de Wuhan, donde a finales del año pasado se reportaron cero casos y dónde no se habla del regreso del virus, sino del disfrute del regreso a la normalidad.
Recordemos cómo disciplinadamente se sometieron a cumplir el encierro, y donde tuvieron que ejercer la disciplina tipo militar, lo hicieron sin dudas ni murmuraciones.
Por eso pensamos que además de la Fe y la protección divina que clamamos, la disciplina para acatar las medidas de prevención es fundamental. Esto se asocia a una frase que se le atribuye a San Agustín: “Haz lo posible que Dios hará lo imposible”. Amén.