Hace aproximadamente unos 15 años que se empezó a registrar casos cercanos de trata de personas en Iquitos. Lo empezamos a investigar cuando una adolescente de la zona del río Napo, casi una niña nos comentó sobre la partida de su prima llevada por una señora de aspecto costeño y no saben de ella.
El caso llegó a conocimiento del Centro Emergencia Mujer que precariamente atendía en un espacio de la edificación del Inabif en la avenida 28 de Julio, donde una muy siempre diligente Normita Ruiz (que en paz descanse), nos explicó este nuevo delito que estaba tomando fuerza en Iquitos sorprendiendo a las jovencitas que venían a trabajar de la zona rural.
Ese caso se confirmó en trata de personas con fines de explotación sexual. La persona de sexo femenino que la captó y llegó hasta su comunidad para lograr la aceptación de los padres trasladó a la muchacha con celular en mano y ropa nueva a su nuevo trabajo, de mesera en un restaurante de Trujillo.
Se comunicó solo dos veces y luego se silenció y el número dado por la captora contestaba otra persona. Ahí terminó la comunicación y luego de casi un año una llamada de la joven alertó a los padres. Ella decía que no sabe dónde está, vive encerrada y que la “venden” (explotación sexual laboral). En pocos segundos que pudo comunicarse suplicaba ayuda.
Tuvieron que pasar varios meses más para saber que había logrado escapar con la ayuda de un “cliente” y llegar a una comisaría para que se tramitara su regreso a Iquitos como sucedió, para alegría de sus familiares y se refugió entre el bosque y el río de su pueblo de donde no quiso salir más. Su familia la llenó de amor para que se recuperara de semejante crimen al alma.
Eso es lo que representa el delito de Trata de Persona, está criminalizado y las penas para los tratantes tienen que ser severas. Quienes la cometen saben que están cometiendo varios delitos en un mismo acto como el secuestro, trabajo forzado, explotación sexual y laboral, y agravante de tener como víctimas a menores de edad.
Qué más argumento para un proceso y sanción ejemplar, pero lamentablemente en ese entonces les era más fácil a los captores tratantes evadir la acción penal, aunque aún falta mucho por hacer en el tema de desarticular estas bandas criminales que también utilizan la tecnología para atraer a sus víctimas, se vienen dando pasos importantes.
Esta semana se conoció que tres procesados por trata de personas fueron sentenciados en el Juzgado Penal Liquidador de Nauta con penas que van desde 06, 08 hasta 14 años de pena privativa de la libertad, y 19 mil soles entre los tres como reparación civil a favor de las agraviadas. En este caso se castigó a los criminales, en el caso del Napo quedó impune porque no se logró identificar a los tratantes.